El mandatario sigue de hecho prometiendo bienestar y ventura en cada entrevista que da en algún lugar del país o del extranjero, pero por ahora no se ve nada de eso.
Los proyectos “estrella” o “insignia” que el Gobierno impulsó luego de asumir aún no han comenzado. “Hambre Cero” (en las escuelas), y “Che Róga Porã” recién se están licitando, ambos en medio de dudas y cuestionamientos.
Con “Hambre Cero” ocurre algo curioso. En la campaña electoral, Peña nunca lo mencionó. Tal parece que fue una idea que surgió de improviso, como algo atractivo que concitara simpatía y apoyo de la gente. Sin embargo, los riesgos para su implementación son muchos, teniendo en cuenta los antecedentes de corrupción y mal servicio que arrastran este tipo de proyectos por parte de sucesivos gobiernos colorados.
Las promesas que sí se han cumplido son básicamente dos: la reducción del precio del combustible y el gas –que se mantendría tal vez solo hasta fin de año– y el aumento del 25% en la asignación del Tekoporã Mbarete a familias vulnerables. Esto beneficia a 183.000 familias que reciben G. 537.000 al mes.
Sin embargo, otras propuestas de campaña que hizo Peña parecen haber pasado a un segundo plano o directamente desaparecieron. No se sabe qué paso con el promocionado “Chau chespi”, supuestamente planteado para luchar contra el flagelo de la adicción en los jóvenes que motiva todo tipo de problemas sociales. En campaña, Peña y su entonces candidato a vicepresidente Pedro Alliana prometían “educación, rehabilitación, reinserción y persecución a los focos de venta”. No se ve que estén haciendo algo de eso.
Tampoco se sabe si esta administración tiene aún entre sus objetivos el de brindar a las jóvenes madres “guarderías gratuitas” para que pudiesen “estudiar o trabajar gracias al apoyo del Estado en el cuidado de sus hijos pequeños”. ¿En qué quedó tan excelente propuesta?
Un par de promesas de campaña de Peña que, a esta altura, llaman especialmente la atención, son, la que llevaba como nombre “Plata en tu bolsillo” y que afirmaba que habría más circulante y que eso la gente lo sentiría en su día a día y, la otra, de que se crearían 500.000 nuevos puestos de trabajo.
En relación a que mejoraría el poder adquisitivo de los paraguayos, no hace falta ser un experto en economía para afirmar que actualmente se siente lo contrario.
A quienquiera que se le pregunte en este país sobre cómo le rinde la plata que gasta mensualmente, le dirá que siente un deterioro. Los números que dan las instituciones oficiales de la inflación no tienen mucha relación con los precios de la canasta familiar.
En cuanto a los 500.000 puestos de trabajo, al ritmo que va el Gobierno de conseguir inversionistas, no parece que sea posible.
Pero, seguramente, estas reflexiones son pesimistas y apresuradas y Santiago Peña, en su mensaje del 1 de julio, nos iluminará y nos dirá que muchos, como la hija del vicepresidente Alliana, además de familiares y amigos de parlamentarios y ministros, ya están mejor y que pronto lo estaremos también el resto de nosotros.