¿Quién es este?

El evangelio de Marcos tiene como importante finalidad contestar la pregunta: ¿quién es Jesús?

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Después del discurso de las parábolas, que hemos leído el domingo pasado, el evangelista muestra cuatro milagros: el de hoy; la cura del endemoniado de Gerasa (que no se lee en domingo) y el del domingo siguiente, cuando se nos presentarán dos sanaciones más.

Al atardecer, Jesús mandó a los apóstoles cruzar al otro lado del lago de Galilea, ya se iba haciendo noche, y de repente, se desató un fuerte vendaval: las olas entraban en la barca y todo indicaba que iría a naufragar. Desesperados por la posibilidad de hundirse, y de morir ahogados, empezaron a gritar, pidiendo a Cristo, que parecía dormir en la popa, que hiciera cualquier cosa para resolver el problema.

San Agustín ve en esta narración una alegoría de la vida del cristiano. La barca representa la Iglesia, y la tormenta simboliza las persecuciones y tribulaciones que los fieles enfrentan. Jesús durmiendo en la barca muestra su humanidad, sin embargo, al ser despertado y calmar la tormenta, muestra su divinidad y su poder sobre la naturaleza. Este santo nos invita a despertar a Cristo en nuestro corazón, a través de la fe, para calmar nuestras propias tempestades internas. En efecto, nuestra vida es como una travesía en un mar con temporales, pequeños y grandes, previsibles e imprevisibles, y con frecuencia, sentimos que nuestra capacidad humana no es suficiente para superar tantas turbulencias. Como los apóstoles gritamos angustiados: “Maestro, ¿no te importa que nos ahoguemos?” Sí, para el Maestro importa que nos ahoguemos, y Él es el primer interesado en que no pase esto. Delante de la súplica medio perturbada de sus seguidores, Jesús toma una actitud, y con la autoridad que tiene, como Segunda Persona de la Santísima Trinidad, increpó al viento y mandó que las aguas se calmaran.

Les hizo dos contundentes preguntas: por qué tienen miedo y por qué no tienen fe. Es hora que tomemos una posición: Jesús es el Señor de la naturaleza, de la Historia y de todos los corazones, nosotros navegamos entre vendavales, y Él, aunque parezca que duerme, está presente y actúa para nuestro beneficio.

Sin embargo, debemos contestar la pregunta: ¿Quién es este hombre? ¿Qué influencia tienen en mi vida sus enseñanzas?

El ser humano es libre para aceptar el Evangelio, y las consecuencias morales de esto, o para rechazarlo, inclusive burlarse de él. Si desdeñamos a Cristo, y su Iglesia, probablemente, el barco de nuestra vida se hundirá en un miserable egocentrismo.

Paz y bien

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