Política y 8 de diciembre

Entramos en el último mes del año. Tenemos el 8 de diciembre que es la fiesta de la Virgen de Caacupé. Un acontecimiento muy importante para nuestro pueblo muy católico. Esta fecha aprovechan los religiosos para enviar mensajes significativos a las autoridades nacionales. Durante la novena que ya comenzó la semana pasada, pudimos escuchar homilías sobre realidades que estamos viviendo. El despojo de las tierras a los hermanos nativos, la inseguridad, la situación de la caja de jubilación, proyectos de leyes, falta de salud, educación y trabajo.

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Es que la feligresía que desde fines de noviembre emprende su camino hacia el Santuario, mantiene más viva que nunca su fe y necesita una luz que la ilumine en momentos de sombras y dudas que atacan a la humanidad. A nivel mundial, vemos guerras, epidemias, terrorismos, violencias y muertes. Es un cuadro desolador que nos angustia y a nivel local nos hablan de narcotráfico, corrupción y crimen organizado. Por todo esto, tanto la población como gobernantes necesitan palabras de consuelo y esperanzas de parte de los pastores de la Iglesia.

Caacupé nos congrega el 8 de diciembre para tratar estos temas relevantes. La Iglesia no puede ignorar la realidad que atraviesan los más pobres y vulnerables. De hecho, Obispos y Sacerdotes analizan cada uno de los asuntos arrojando luz e intentando despertar conciencias. No es que se metan en politiquerías baratas o populismos ridículos. Las autoridades Eclesíasticas son responsables de sus rebaños que sufren y pueden descarrillarse. Y la Iglesia somos todos los creyentes que profesamos la fe católica. Los mensajes más contundentes se difunden la madrugada del 8 de diciembre y después en la ceremonia central a la mañana para concluir con la procesión de la Virgen.

En el oficio litúrgico central, asisten las más altas autoridades, desde el Presidente de la República, Ministros, Diputados, Senadores y otras figuras de los Tres poderes del Estado. Participan igualmente Militares, Diplomáticos, Gobernadores, Intendentes y Concejales. Grupos de religiosos y periodistas. Pero tal vez, ni uno de ellos más importante que esa gran masa creyente multitudinaria. Esta llega de distintos puntos del país, en vehículos o caminando miles de kilómetros para pagar sus promesas. Vienen miles de peregrinantes del Chaco, de las fronteras o de países vecinos a visitar a la madre de Jesús en su día glorioso. Ese día lleno de sol y alegría, cantos y rezos, es un momento único y sagrado. Las cámaras de Televisión registran rostros impresionantes de niños, jóvenes y personas adultas. Hay ancianitos y enfermos que traen sus ruegos y plegarias. Personas con discapacidad o en sillas de ruedas. Compatriotas sin trabajo o con familiares lejos de la patria. Todo se mezcla, dolor y esperanzas, lágrimas y sonrisas.

También nuestro pueblo, con el corazón agradecido reconoce las bendiciones recibidas. Y pide perdón por los pecados esperando días mejores para todos los paraguayos. La fe es inexplicable pero los milagros existen todos los días de nuestras vidas. El solo hecho de reunirnos a todos, sin odios ni rencores, sin ideologías o banderías políticas que nos separen, es ya un gran milagro. Por eso nos reconfortan siempre las maravillosas palabras de Monseñor Ricardo Valenzuela y de los Otros pastores. Tan llenas de sabiduría y amor. De verdad y esperanzas. Solo deseamos que toquen los corazones de las autoridades para que trabajen con mucho amor al prójimo.

Y dejen de lado las corrupciones. Un país de justicia social podemos ayudar a construir todos juntos. Al amparo de la Virgen y con el esfuerzo de gobernantes y gobernados. Ese es el gran compromiso como cristianos.

blila.gayoso@hotmail.com

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