En general, fue percibido como una muestra de respaldo, lo cual suena lógico, teniendo en cuenta que el actual gobierno paraguayo siempre se mostró obediente a la línea política de la potencia del Norte, incluyendo temas internacionales. Abdo además fue recibido en diciembre de 2019 por el entonces presidente Donald Trump.
Fuentes cercanas al gobierno abdista pretendieron dar la idea de que hubo un espaldarazo a su administración y un respaldo explícito o implícito a él, en el marco de su disputa contra el cartismo.
En tanto, los cartistas echaron a rodar la versión de que Joe Salazar fue a poner un freno abrupto al intento de juicio político a la fiscal general Sandra Quiñónez, impulsado por la oposición pero con el respaldo del oficialismo por boca del mismo vicepresidente Hugo Velázquez.
Es muy posible que la embajada norteamericana prefiera que no se tense demasiado el ambiente en Paraguay con un juicio político justo en este año electoral. Sandra Quiñónez tuvo en su momento la bendición de la embajada y, en general, actuó siempre de acuerdo a los intereses de los EE.UU. excepto en cuestiones vinculadas con el expresidente Horacio Cartes.
Es sugestivo que la visita de Salazar haya tenido lugar cuando la fiscalía decidió comenzar a investigar los vínculos de Cartes con el contrabando y el lavado de dinero, justo después de que el ministro del Interior Arnaldo Giuzzio (otro con muy buenas vinculaciones a la embajada) moviera el avispero con sus denuncias contra el exmandatario en el Congreso.
Todo lleva a pensar en que la pulseada entre cartistas y oficialistas arrojará un “empate”. No se fue Giuzzio y, posiblemente, no se irá Quiñónez.
El resultado visible de esta escaramuza no resulta favorable al cartismo. Su intento de golpear al gobierno de Abdo Benítez y a Giuzzio no resultó porque no los dejó más debilitados de lo que ya estaban.
En cambio, las denuncias contra Cartes impulsaron la investigación por parte de la fiscalía. Aunque al final no se llegue a nada concreto, el simple hecho de ser investigado por lavado de dinero, refuerza lo malo que muchos creen de él.
En el marco del proselitismo, es llamativa la insistencia del cartismo en recurrir sistemáticamente a la palabra “familia” para referirse a sus dirigentes, con la infaltable foto en la sala del domicilio del jefe del movimiento.
Las imágenes que comparten dirigentes cartistas en redes sociales evocan a alguna clase de cofradía o hermandad que otorga al término “familia” una connotación que, seguramente, no es la que quieren transmitir.
Hugo Velázquez, el candidato oficialista, en tanto, procura mostrarse como “uno más de la perrada” jugando al fútbol con sus amigos. Parafraseando al pensador y exdiputado esteño Carlos Portillo. Alguien puede decirle que los comunes no declaran, como hizo él, un patrimonio de más de G. 6.180 millones.
Así las cosas, será interesante escuchar lo que dirán unos y otros cuando pase la interna en diciembre y posen juntos en las fotos, abrazados como hermanos, lo cual, como dice la canción, hace que sea más bello el Paraguay.