Las pautas sobre actividad física establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras instituciones de salud proporcionan un marco claro sobre la cantidad de ejercicio necesaria.
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Para los adultos, generalmente se recomienda 150 minutos de actividad aeróbica moderada por semana, como caminar rápidamente o bailar. Y 75 minutos de actividad aeróbica intensa por semana, como correr o nadar.
Una combinación equivalente de actividad moderada e intensa puede satisfacer estas necesidades.
Además, se sugiere incluir ejercicios de fortalecimiento muscular dos o más días por semana, trabajando todos los grupos musculares principales.
Para los niños y adolescentes, se recomiendan al menos 60 minutos de actividad física diaria.
Rompiendo mitos comunes sobre el ejercicio
“Más ejercicio siempre es mejor”. Mientras que incrementar la actividad física puede ofrecer beneficios adicionales, más no siempre es sinónimo de mejor.
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Realizar ejercicio en exceso, especialmente sin períodos adecuados de descanso, puede llevar a lesiones y fatiga. Es crucial encontrar un equilibrio que permita mejorar el estado físico sin sacrificar la salud.
“Solo el ejercicio intenso es beneficioso”. El ejercicio de baja a moderada intensidad, como caminar o yoga, también aporta beneficios significativos.
Estas actividades mejoran la salud cardiovascular, la flexibilidad y reducen el estrés, destacando que no es imprescindible realizar entrenamientos extenuantes todo el tiempo para mantenerse saludable.
“Si no podés ejercitarte mucho tiempo, no tiene sentido”. Esto no es cierto, pues incluso pequeñas cantidades de ejercicio son beneficiosas.
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Estudios han demostrado que sesiones de 10 minutos de actividad intensa pueden mejorar la salud cardiovascular y el bienestar general. No subestimes el poder de las pausas activas cortas durante el día.
Beneficios comprobados del ejercicio regular
El ejercicio ofrece una amplia gama de beneficios para todos los grupos de edad. Entre ellos destaca la mejora de la salud mental, ya que ayuda a reducir la ansiedad, depresión y aumenta la autoestima.
Reduce el riesgo de enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
Ayuda a controlar el peso al quemar calorías y aumentar el metabolismo.
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Promueve un sueño reparador y libera endorfinas que mejoran el bienestar general.
Es esencial desmitificar ideas erróneas sobre el ejercicio para enfocarse en una rutina que se adapte a las necesidades individuales y los estilos de vida.
La clave es la consistencia y el equilibrio, más allá de perseguir cifras impresionantes.
Escuchar a nuestro cuerpo y encontrar el tipo de actividad que disfrutamos puede transformar nuestras vidas de una manera saludable y sostenible.