A la hora de vestirnos, aplicamos lo que aprendimos, descubrimos, sabemos o, quizás, simplemente nos dejamos llevar.
“Debemos partir siempre de un autoconocimiento emocional profundo que nos permita sentirnos seguras, auténticas y en sintonía con nuestra imagen interna. Cuando conocemos nuestras fortalezas y lo que nos hace únicas, podemos vestir de manera que resalte lo mejor que tenemos.
Debemos ser honestas con nosotras mismas, cómo nos sentimos y sobre todo qué queremos proyectar. La ropa que elegimos debe estar alineada con nuestra personalidad para lograr un estilo que realmente nos represente”, inicia la asesora de moda y coach Raquel Sosa, quien lleva varios años trabajando principalmente con mujeres.
-Mirando nuestro cuerpo, lo primero que vemos son nuestros defectos. ¿Qué debemos tener en cuenta para vestir: lo que queremos resaltar, esconder, transmitir o un poco de todo?
Lo más importante es aceptar nuestro cuerpo tal como es, entendiendo nuestras proporciones y “defectos”, a partir de ahí, aprender a vestirnos de la manera más favorecedora. Cuando tenemos una visión positiva de nuestro cuerpo, encontramos ropa que lo realza, podemos utilizar colores y estructuras que ayuden a disimular las zonas que no nos gustan tanto y a potenciar las que sí nos gustan.
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-¿Cómo manejar el tema de los colores? ¿hay simplemente que animarse a experimentar?
El color puede transformar completamente cómo nos vemos y sentimos. Atreverse a usar colores que no habíamos considerado antes, puede ser una oportunidad para redescubrir nuestro estilo. Todos tenemos una serie de colores que nos favorecen, eso se determina a través de un test de colorimetría que realizamos las asesoras de imagen.
-Lo más común es seguir tendencias de moda de los famosos o de gente que elegimos como modelos. ¿Cómo afecta esto a nuestro estilo individual?
Es válido inspirarse en las tendencias y en personas que admiramos, siempre y cuando lo hagamos de manera auténtica y adaptada a nosotras. Las tendencias no deberían dictar cómo vestirnos, más bien ser herramientas para enriquecer nuestro estilo personal.
La clave está en pensar antes de aplicar una tendencia y preguntarnos si realmente nos hace sentir bien y se ajusta a quiénes somos. Hay una frase de Coco Chanel que me encanta: “La moda pasa, el estilo permanece para siempre”
-Conocer los términos del buen vestir, ¿puede ayudarnos a mejorar nuestro estilo? Por ejemplo, la palabra elegante viene del latín “eligere”, es decir, elegir. La elegancia no solo implica elegir buena ropa, sino también cómo desenvolvemos en el mundo.
Comprender los términos del vestir es fundamental, ya que nos proporciona las herramientas para tomar decisiones conscientes y coherentes respecto a nuestra imagen. No solo se trata de vestir bien para dar una buena impresión, no debemos quedarnos en ello, sino de proyectar una imagen auténtica. Así, podremos vestirnos en forma más alineada con lo que somos y lo que queremos transmitir.
-¿Por qué muchas veces sentimos que algo nos queda bien y otro día no queremos saber nada de esa misma tenida?
El encanto o la decepción en este caso tiene que ver con una combinación de factores emocionales y físicos. Nuestro estado de ánimo, los cambios en nuestro cuerpo y las situaciones extremas pueden alterar nuestra percepción de la ropa. La clave está en entender que esto es normal y que no siempre la ropa es el problema, sino cómo nos sentimos en diferentes momentos.
-¿Cómo tomar los comentarios sobre lo que nos pusimos? Hay frases como “así no podés salir”, “ese color no te queda” “muy corto, muy apretado, muy escotado, muy grande, muy flojo”, “¿por qué no te ponés lo de siempre?”
Aceptar sugerencias está bien, pero no cuando anula nuestra propia voz o nos lleva a perder nuestra autonomía. Lo ideal es equilibrar lo que sentimos con las sugerencias que recibimos. Cómo nos sentimos al elegir la ropa es clave, ya que nuestra imagen debe reflejar nuestro estado emocional y personalidad.
Siempre, ante lo que nos digan, debemos filtrar la opinión para asegurarnos que no comprometan nuestra esencia, nuestra comodidad o confianza en nosotras mismas.
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-Siguiendo esta pregunta, muchas mujeres son influenciables a los comentarios (mandatos) de sus maridos, de sus madres, de sus mejores amigas. Estas son relaciones que conectan muy fuertemente.
Así es, las relaciones con maridos, madres y amigas pueden ejercer una influencia sobre cómo se una mujer a sí misma y cómo elige vestir. Estas relaciones juegan un papel clave porque están ligadas a vínculos emocionales.
La relación con la madre suele ser una de las más significativas, ya que desde pequeñas aprendemos mucho de ellas en cuanto al estilo, comportamiento y valores, a menudo proyectan sus propios ideales sobre sus hijas, lo cual puede generar presión.
La relación de pareja también es muy fuerte sobre nuestra imagen; muchas mujeres sienten la necesidad de ser validadas por sus maridos, lo que obviamente no es bueno porque desmerita su propia opinión y expresión.
Las amigas pueden ser una fuente de apoyo como una influencia negativa. Los comentarios críticos de una amiga, dichos en tono burlón, manipulador y, por qué no, en ocasiones, con envidia, nos duelen porque provienen de alguien en quien depositamos una relación de afecto, fraterna, muy cercana.
¿Traemos un estilo al nacer?
“No traemos un estilo completamente, pero con el tiempo las influencias externas, experiencia y el entorno en el que crecemos se vuelven un reflejo de nuestra personalidad.
No hay una edad fija para decidir con seguridad lo que queremos usar, pero a medida que crecemos y maduramos, desarrollamos un estilo más auténtico y definido. Tiene que ver también con las etapas que estamos viviendo, el desafío es aprender a equilibrar las influencias de la moda y las tendencias con lo que verdaderamente nos hace sentir bien y representa quiénes somos”, dice Raquel.
-Cambiar algo en nuestro estilo puede invitarnos a romper esquemas, pero muchas veces no nos animamos y acabamos en el “uniforme” (lo que usa todo el mundo).
Cierto, una mujer bien vestida es una mujer segura. No obstante, muchas veces nos uniformamos porque encontramos en ello la aceptación de los demás, sin darnos cuenta de que igual podemos ser víctimas de la crítica, algo que no ocurre cuando realmente expresamos nuestra verdadera identidad.
-¿Cree que encontrar el estilo es más difícil para la mujer que para el hombre por la eterna competencia entre cuerpos, por la presión social?
La dificultad para encontrar el estilo y la elegancia depende de la perspectiva y los factores que influyen en cada persona. Las mujeres enfrentan más presión social y tienen más opciones, lo que puede complicar el proceso, mientras que los hombres tienen menos opciones y expectativas más rígidas, lo que también presenta desafíos.
Ambos (hombres y mujeres) pueden sentir inseguridades, pero la clave está en encontrar un estilo que refleje la autenticidad y personalidad de cada uno, sin importar las expectativas externas. En asesoría de imagen tenemos herramientas para ayudar a definir el estilo de cada persona.
-Después de arreglarse, una mujer puede no causar ninguna reacción. ¿Fue por un desacierto en la ropa o accesorios?
El que no recibamos comentarios sobre nuestra vestimenta puede deberse a muchas razones, no necesariamente a estar bien o mal vestidas. Si llevamos prendas neutras o discretas, no significa que estemos mal, solamente no llamaremos la atención. Las personas pueden ser atentas o indiferentes, algunas veces no expresan lo que piensan de una mujer, ya sea para evitar incomodar o porque no le dan importancia a ese punto.
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Los valores en el buen vestir
“Los valores son muy importantes. Por ejemplo, el respeto que reflejamos en el cuidado personal y en la consideración hacia el entorno. Vestir apropiadamente para cada situación (laboral, social, formal) muestra cuánto respetamos a los demás y a nosotros mismos.
En el entorno laboral los valores como el profesionalismo y la excelencia se reflejan en un estilo pulido y adecuado a la situación. Cuidar los detalles como la elección de prendas que transmitan seriedad, refuerza la idea de que valorás tu trabajo y estás comprometido con la excelencia.
También la empatía.
La empatía nos lleva a adecuar nuestra vestimenta para no incomodar, por ejemplo, si voy a dar una charla sobre autoestima a la cárcel de mujeres no debería ir superarreglada, maquillada y con prendas y accesorios lujosos o llamativos, sino ir de una manera simple, sencilla, sin descuidar los detalles básicos como el cabello limpio, con rica fragancia, ropas, zapatos limpios y cómodos, para poder conectar con ellas y no crear, yo misma, una barrera de la comunicación”
“En mi manera de pensar, los valores están íntimamente ligados al buen vestir, ya que más allá de la ropa, la imagen es una extensión de quiénes somos y cómo decidimos interactuar con el mundo”, finaliza la profesional.
Viste y deja vestir
-Evitá señalar lo que alguien ya sabe de sí mismo. En lugar de eso, resaltá siempre lo mejor.
-Tus palabras también visten a las personas. Vestí a los demás con comentarios que los hagan sentir valiosos
-No le digas a las personas que subieron de peso, que tienen menos pelo o que se ven ojerosas, recordá que ellos tienen un espejo en su casa.
-No subestimes el poder de una sonrisa genuina. Es la prenda más universal y contagiosa que podés llevar.