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“¿Por qué te reís tanto?, de seguro te enamoraste ya otra vez” es la típica frase de mamá cuando se siente atraída por las estridentes carcajadas que lanzamos cuando miramos el celular. Luego de un ajetreado día en el trabajo y en la facu, nos relajamos navegando en las redes sociales para desternillarnos de risa.
WhatsApp es la mensajería web por excelencia de nuestra época; difícilmente, alguien prescinda de esta red social, en cuyos grupos interactuás con todos tus contactos. Imágenes, documentos, audios y videos son elementos que se comparten diariamente en este espacio digital.
Generalmente, cuando se crean los grupos, es frecuente que encuentres casi 100 mensajes en tan solo cinco minutos. Los temas de conversación son muy variados; reírse, reflexionar e incluso enojarse, todo está permitido en WhatsApp.
Ni bien comienza el día, nos ponemos a meditar con los mensajes de reflexión que envían en los grupos; las lecturas bíblicas e imágenes religiosas llenan nuestros chats. Mientras que algunos las ignoran, otros encuentran fortaleza y serenidad en las dificultades gracias a los fragmentos de la palabra de Dios.
Sí o sí conocés a esos amigos fanáticos de los memes; pareciera que tienen la imagen perfecta para emplearla en cada situación jocosa e incluso crean materiales con fotos simpáticas de tus socios . Por otra parte, tampoco faltan los espías del WhatsApp, esas personas que leen absolutamente todos los mensajes y no comentan nada. Uno nunca sabe si ese compañero está molesto o feliz, ya que ni siquiera envía los populares emojis.
En épocas de exámenes parciales, los grupos se vuelven rincones de desesperación. “Porfa, pasen las diapositivas” y “saquen fotos a sus cuadernos” son algunas de las súplicas que se envían con el propósito de que los compas zafen de los temidos aplazos.
Uno de los grupos más entretenidos es el que conformás con la familia; tus papás, primos y tíos inyectan dosis de humor y con frecuencia organizan visitas al interior. Asimismo, cuando llegan los famosos jueves de tbt, los familiares comparten en WhatsApp las imágenes más simpáticas de antaño.
En los espacios digitales, el entretenimiento está garantizado, a pesar de que también se registran acaloradas disputas. Por otra parte, y aunque suene vergonzoso mencionar, en los grupos de WhatsApp suelen enviarse materiales obscenos u ofensivos para los demás integrantes. No podemos permitir que nuestras redes se intoxiquen con contenido basura; es tan sencillo divertirnos sin dañar a otros y el sentimiento es muy satisfactorio.
Por Víctor Martínez (19 años)