Bronca, termos y otro gay que pisa bien fuerte

La bronca se extiende como salsa en la camisa. Por el peaje: su aumento y su ubicación; por la habilitación de vehículos, el incremento en el impuesto inmobiliario, por los adictos señores del microcentro. Por los termos con 5 millones. Pero la bronca viene repartida: se avisa a Yamil Esgaib que hay otro gay gringo que asume con muchísimo poder. Prepare la protesta.

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La bronca ha sumido a nuestro presidente de la República en una montaña de memes. Don Santiago —junto con sus perifoneros— se esmera en hacer creer que su viaje a Washington fue “un éxito”. La respuesta en las redes va desde la burla cruel hasta el enojo extremo. Mala señal. Y la crítica popular pareciera avalada desde el propio Quincho. ¡¿Cómo?! Sí, el senador Gustavo Leite.

En este asunto de criticar al presidente, Leite es vocero del bro mayor. Si no tuviera la bendición de éste no hablaría en el tono en que habla. Como muestra de cercanía, Leite estuvo festejando, abrazo va abrazo viene, con el mero Patrón la noche del supercampeonato liberteño en el mismísimo palco imperial del Defensores. Esto revela que Leite es un transmisor de la bronca del Quincho (aunque esa bronca la siente también él mismo).

Es decir, hay bronca en la gente y hay bronca en el poder-poder. No hay paz en Mburuvicha Róga. Para atenuar la bronca de presidentes de seccional de Asunción y Central, en la residencia presidencial se acudió al republicano expediente de repartir plata. Cinco oportunos milloncitos entregados en elegantes termos a cada presidente (recibieron luego otros 5 millones). El gobierno está preocupado en alimentar el parasitismo politiquero. No tiene tiempo de gobernar para la gente.

Prácticamente todas las iniciativas gubernamentales tuvieron “efectos colaterales” en la ciudadanía. El vamos a estar mejor no es inclusivo. Hasta ahora el gobierno no se ocupó seriamente del transporte público urbano. Como en una republiqueta, una mujer murió al caer de un ómnibus que marchaba con las puertas abiertas.

Y hablando de bronca, hay que advertirle a Yamil Esgaib que apronte —por las dudas— una nota de protesta ante el amigo Donald Trump. Parecía muy diospatriayfamilia, pero…

Trump nombró secretario del Tesoro a Scott Bessent, multimillonario socio del odiado Soros (odiado por los cartistas particularmente). De la Oficina del Tesoro, es decir, de Bessent, depende la Office of Foreign Assets Control, la no menos odiada OFAC (Oficina de Control de Activos Extranjeros), verdugo del Quincho.

Y pasa que Mr. Bessent es gay y está casado con John Freeman, “con quien tiene dos hijos”, según las semblanzas divulgadas. ¡Oh my God! Otro gay, y manda en OFAC. No se puede ser completamente feliz, Yamil. Nos sacamos de encima (es un decir) a un gay y se nos viene otro.

A no ser que OFAC levante “esa” sanción. Entonces, Bessent será gay, pero pasará a ser “nuestro gay”.

Bronca cuando a plena luz del día / sacan a pasear su hipocresía”.

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