Es imposible ocultar la total improvisación, la carencia de planificación, la falta de visión en perspectiva de las consecuencias colaterales con respecto al bochornoso escándalo que puso nuevamente al país en el contexto internacional protagonizado por el Gobierno del Pdte. Peña con respecto a la fanfarroneada de abruptamente desvincular a la DEA en la lucha contra el narcotráfico, para luego desmentirla, reculando.
Lejos de contribuir al éxito de una cooperación internacional contra el crimen organizado y el narcotráfico, el gobierno y sus improvisados la puso en camino del fracaso exponiendo al país al ridículo y el enojo internacional. Tamaño desatino organizacional cobraría su precio más temprano que tarde y así aconteció. La realidad les explotó en la cara. Hoy la DEA se retira pese a las súplicas de los improvisados cuya faz comunicacional lejos de ser responsable fue absolutamente inadecuada y mediocre. Brilló la contrariedad en todo. Fue un bochorno.
Ese acontecimiento es prueba de que este gobierno es de improvisados. Que la improvisación campea en él. Que carece de asesores que lo guíen a actuar con decencia. Que no coloca en cargos a los que deben de ser señalados como profesionales y expertos. Un médico jamás construiría un edificio. Un abogado “no debe” ser puesto en un quirófano. En este gobierno se pasa de ser senador a ministro, de ministro a embajador, de chofer a cónsul, de presidente de una seccional colorada a administrador de insumos. El Presidente y su gobierno parece ser no son de aquellos que propagan la cultura del talento.
Este gobierno, que es dueño de una soberbia ilimitada, no cuenta, por ello, el papelón internacional al que los improvisados expusieron al país, con planificación articulada a nivel estratégico, táctico y operativo. Este gobierno quebranta los principios de la planificación. Le falta gestión y capacidad de alcanzar consensos, le falta orden. La ceguera del Pdte. Peña y de sus asesores le impiden entender que el país debe ser administrado por gente preparada, no con improvisados que no tienen idea de dónde se están moviendo. Nos encontramos en un escenario peligroso con vacilaciones, consecuencia de la improvisación en todo. Parece ser que la improvisación se ha convertido en el último descubrimiento de la acción gubernativa y esto porque se rige por la improvisación, ajustado perfectamente con la locución: “borrón y cuenta nueva”.
Nadie medianamente sensato puede negar que los que hoy nos gobiernan, que alardean de estar preparados, son unos improvisados en todos los aspectos. Ponen la carreta delante de los bueyes. No se puede estar gobernando a prueba y error ya que estas decisiones afectan, y mucho, al pueblo, a los intereses de la Nación, a los de sus ciudadanos.
El presidente Peña debe saber y en particular aceptar que la sabiduría, la capacidad de gobernar, dirigir y gestionar no se improvisan. Un Presidente “improvisado” es un peligro público.