Andrea Riquelme, una madre de tres hijos en Areguá, enfrenta esta difícil elección muchas veces en el verano o antes. Con el suministro de agua intermitente desde hace semanas, debe gastar lo poco que tiene en comprar bidones de agua para cocinar y beber.
A esto se suman los usuarios sin electricidad o agua que intentan en vano comunicarse con la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap) o empresas privadas de agua. Las líneas están ocupadas, y cuando contestan, las respuestas son evasivas o prometen soluciones que nunca llegan.
La falta de electricidad agrava la situación. Sin luz, los alimentos se echan a perder, y con el calor, los ventiladores y aires acondicionados son casi inútiles. Las noches se vuelven insoportables.
En Limpio, vecinos de Piquete Cue se congregaron frente a su aguatería privada para reclamar. Aseguran pagar mensualmente y que el agua llega esporádicamente y, cuando llega, su sabor es excesivamente salado para el consumo.
En el centro de Luque, un área que debería estar bien servida gracias a su ubicación, hay familias que llevan semanas sin agua. La baja presión en las tuberías y el suministro irregular dejó a muchos hogares en una situación crítica. Las personas se ven obligadas a buscar soluciones costosas o a depender de la ayuda de vecinos.
La inacción de las autoridades es frustrante. Todos los años prometen soluciones, pero los problemas persisten. Faltan materiales y las reparaciones son deficientes, por lo que las averías son constantes. Todos deberían tener acceso a agua potable y electricidad, es un derecho básico. La mala planificación y el mal uso de los fondos públicos por parte de las autoridades son los que generan esta problemática.
Las instituciones deben reconocer esta realidad para que muchas familias puedan esperar un verano tranquilo en lugar de enfrentar tanta angustia. Es urgente que las autoridades actúen para evitar que la situación empeore.