Los relatos recogidos dan cuenta de que se podía ver a los soldados primeramente desenterrando todo lo que podían, buscando que la gente haya dejado sus cosas de valor bajo tierra, rompiendo paredes y pisos. Posteriormente pasaron a llevarse cada mueble u objeto de valor, lo que también incluyeron las últimas posesiones de los que ya estaban en el cementerio, así es, los objetos con los que fueron enterrados los cuerpos con anterioridad.
Los miembros del ejército imperial brasileño llegaron a nuestra capital un primero de enero de 1869 para iniciar la triste historia de los saqueos, crímenes innombrables y la rapiña más vil que incluyó a los camposantos. Lápidas rotas y exhumaciones en busca de joyas, dientes de oro o cualquier elemento que pueda tener valor fueron la constante durante esos terroríficos días en la calurosa Asunción ocupada.
Hace poco la feligresía católica recordó el día de todos los muertos, lo que incluye todos los años la visita a estos lugares y donde se espera que los cuerpos sean tratados con el merecido respeto. Basta realizar un recorrido rápido por los cementerios de la ciudad para notar panteones violentados, placas desaparecidas, cajones esparcidos y cuerpos que ya no están aunque nadie reclame ni sus cenizas.
Con moho, humedad, paredes caídas, vidrios rotos, puertas forzadas… lo menos llamativo es el triste abandono de decenas de panteones que con el tiempo van quedando completamente olvidados por sus propios dueños. Escombros y basuras se encuentran depositados en algunas esquinas como esperando una solución mágica.
La comuna de Asunción, y estoy seguro que también las de otras ciudades cercanas, no hizo nada por evitar el crecimiento totalmente desordenado desde hace ya varias administraciones anteriores. Se puede ver que los pasillos fueron rifados, en su momento, y muchos llevan a callejones sin salida, lo que dificulta el paso hasta a las marchas fúnebres.
La total ausencia del Gobierno en la capital en medio de una miserable guerra cuando los oportunistas y desubicados robaban todo lo que se podía a los muertos, y a los vivos, se podría diferenciar con este detalle: actualmente no estamos en guerra.