Vean el caso del intercambio en la Cámara de Diputados entre Johanna Ortega y Jatar Fernández esta semana que pasó. Jatar propuso que los legisladores accedan a una jubilación a través del Instituto de Previsión Social. Johanna respondió que era una propuesta populista con una fuerte carga sobre los contribuyentes. “Le desafío a la diputada a que se vaya a tener a un hospital público su hijo como yo lo hice”, la confrontó Jatar.
Según el partido onegecero fascista, ese desafío a Johanna es “un discurso patriarcal y violento para responder a un debate político”… “un tipo de violencia basada en el género de la víctima… un desgaste para la mujer política tener que defenderse, al tiempo de trabajar”. La militante de la censura Juliana Quintana que supongo, como trabaja en el aparato de censura de prensa y de restricción de la libertad de expresión del partido onegecero fascista (“el surtidor” y “la precisa”), cobra de él, se atribuye un libro titulado “Ruido” en el que replica la técnica de la censura onegecera fascista triunfante en la Unión Europea: etiqueta y sataniza como “desinformación de género” (la palabreja favorita de estos remedos de Torquemada para justificar la censura) cualquier cosa que un político hombre pueda discutir con una política mujer.
Y presenta, como “investigación”, unos 150 discursos que ella, por sí y ante sí, califica de “discursos de odio” (otro recurso’i de estos remedos de Torquemada para justificar la censura) de los cuales juzga, sin más prueba que su propia valoración retorcida, que el 50% fueron “desinformación de género”.
En síntesis, desafiarle a una política que voluntariamente entró a la vida pública a que vaya a un hospital público a parir es, según los opresores disparateros del partido onegecero fascista, “violencia basada en el género”. Es obvio no es violencia alguna. Es una discusión entre dos políticos, discusión que el partido onegecero fascista pretende eliminar, como pretende eliminar toda discusión y toda disidencia, para que su discurso totalitario se propague sin contrapeso y sin controversia, como ocurre en la liberticida Unión Europea.
El partido onegecero fascista maliciosamente pretende que se confunda crítica con violencia para suprimir la crítica y para convertir en letra muerta los Artículos 26 (prohibición de la censura) y 46 y 48 (igualdad entre el hombre y la mujer) de nuestra Constitución.