Porcentajes que generan dudas

Los porcentajes son una herramienta bastante práctica para graficar en la mente de la gente cierta información, porque básicamente cualquier persona puede entender que el 50% de algo es igual a la mitad de una pizza grande. Así de sencillo. Y a partir de esta lógica se usan mucho en comunicación, quizás hasta demasiado, sobre todo cuando no se sustentan en bases sólidas y verificables.

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Claro que sí, el concepto que se pretende trasmitir queda como mucho más entendible a partir del momento en que se establece “las ventas subieron 45% en relación con el año pasado” …, pero esto puede generar más dudas que certezas cuando alguno de los receptores hace un doble clic, y a la repregunta planteada estos impresionantes datos de pronto se desmoronan. Sucede todo el tiempo y a todos los niveles, y lo encontramos en el deporte, la política, economía y últimamente datos demográficos. Cuadros rutilantes que se presentan más adornados que novia de pueblo, pero que no reflejan la realidad.

Lo estamos viviendo en las eliminatorias de fútbol para el próximo mundial. Después de alguna derrota hemos escuchado “tuvimos el 60% del partido la posesión del balón”, cosa que no está mal, pero no sirve de nada si se termina perdiendo. Indicativos de dominio sobre el rival del tipo “ganamos 5 de los últimos 8 partidos”, sirven como estadística positiva, como pueden también no servir para nada. Como sea, en estas eliminatorias tenemos una performance del 43,33%, lo que no es tan malo considerando que el mejor posicionado tiene 73,33. E hicimos 8 de 12 puntos en los últimos 4 partidos, lo que equivale al 66,6%. Si no sirve para aclarar, se puede perfectamente usar para confundir.

Cuando lo vemos desde el ángulo político, es bastante más complejo. Con vehemencia y ademanes dignos del César romano, orondo en su curul el senador proclamará sin rubor “el 85% de la población apoyó esta medida”. Y cabe preguntarse por qué no 90 o 70, ya que es tan fácil decir lo que sea desde la ventaja del micrófono.

Las cifras en cualquiera de sus formas son entes delicados, a quienes hay que tratar con suavidad. Esto aplica a todo, pero muy especialmente en la economía, que en realidad no son más que números a través de los cuales se muestra cómo la está pasando la población. Así que está muy bueno decir que tenemos la inflación más baja de la región, el PIB subió 2,8% en relación al año pasado y una inversión de capital extranjero 280% veces mayor que la de los últimos 5 años está aterrizando en el Paraguay… pero en el interior la gente está pasando hambre por la falta de circulante y la cotización del dólar alcanzó un pico histórico.

Los guarismos arrojados por el crecimiento -muchas veces esperado- de la macroeconomía no se compadecen de la realidad del ciudadano de a pie. Estos ideales económicos no significan ni por lejos que esta prosperidad haya alcanzado a todos. Son abstractos, tan imaginarios como son reales el aumento del costo de vida y la falta de empleos formales.

El 70% de los paraguayos prefiere cierta marca de yerba, por lo que lo más seguro es que en breve haya un cierre masivo de yerbateras a causa de las bajas ventas. Y el baqueano de Ayolas me aseguró 99% que había pique de boga y que si nos ubicábamos sobre el pozo donde se acumulan íbamos a sacar unas cuantas de buen tamaño. Lo cierto es que el final de esta historia me encontró tomando tereré usando una marca de yerba que no prefieren 70 de 100 connacionales y comprando mandi’i por kilo en una pescadería, porque el 1% de la estadística pesó más que el resto.

Usando una lógica sencilla y hasta cierto punto irrebatible, un vecino del barrio me dijo una vez “no creo en los censos, porque si en mi casa hay 3 autos y en las dos siguientes ninguno, informarán que hay un auto por casa”. El procesamiento de los datos obtenidos en el censo es un tanto más complejo que eso, pero a partir del mal trabajo realizado en el último a nivel nacional, los resultados obtenidos nos dejan muchísimas dudas.

Los porcentajes tienen el poder de simplificar información compleja a través de una visualización simple, pero ¡cuidado!, sirven también para desinformar o presentar la realidad en forma sesgada. En tiempos en que la dictadura de los fusiles fue cambiada por la de la información, no es inusual que el público acepte estos números sin cuestionarlos, y esta falta de razonamiento crítico lleva a interpretaciones erróneas que claramente tienen consecuencias.

Estimamos que estas reflexiones ayuden al 99% de la gente a detenerse un momento a reflexionar sobre las cifras y porcentajes con que somos bombardeados cada día. Aunque también es posible que no le sirva a nadie. Finalmente, cada quien termina creyendo lo que quiere creer según parámetros y convicciones que tiene metidos muy profundo de su subconsciente, y como gustaba de decir el inolvidable don Humberto Rubín “nada es verdad ni nada es mentira, todo depende del cristal a través del cual se mira”.

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