Don Gustavo tiene el genuino derecho a crear su propia ONG, que contribuya a mejorar la vida de cierta gente en aspectos que el Estado no llena. Y tiene, también, la potestad de buscar dinero para sostenerla. Eso hacen las ONG hoy tan denostadas por el propio don Gustavo.
Don Gustavo, pillado abruptamente como oenegero (neologismo suyo), lidera una comisión del Congreso rebautizada cariñosamente Comisión Garrote, una especie de caza-ONG, especialmente de aquellas ONG que molestan al ejercicio del atorrantismo en el poder. El liderazgo de don Gustavo en esta Comisión proviene directamente de quien todo lo tuerce. Él es el delegado del Quincho.
Es cierto que como “presidente” figura el ario Dionisio, portador de una sumisa devoción al Don, nombrado para que los incautos crean que dichos cazadores de brujas están encabezados por un “opositor”. Permitidme la risa.
Para consolidar la calidad moral e intelectual de la Comisión de marras, el Quincho autorizó la inclusión de Jatar, garantía de transparencia en eso de invadir terrenos para construir su propio quinchito y confiscar empresas aguateras para calmar su sed jurásica. Una joya del semicoloradismo. Un orgullo. Una pieza de colección para exhibirla en escuelas y colegios como paradigma de los nuevos tiempos políticos.
La selecta Comisión comenzó chocando fuerte y de frente. Eso de investigar “Hechos Punibles de Lavado de Activos Contra el Patrimonio del Estado, Contrabando y otros Delitos Conexos” se demostró que es una mentirilla para tapar el verdadero objetivo: intentar desacreditar —a través de informaciones sesgadas y filtradas a los serviles y colaboracionistas— a las organizaciones civiles capaces de abrir los ojos a la ciudadanía en asuntos políticos. Algo que molesta sobradamente al Quincho.
Esto lo confesó el propio don Gustavo, en un audio estratégicamente filtrado desde los riñones mismos del cartismo. Para que vea el hombre que no está rodeado de angelitos, precisamente. Encima, en ese audio, escupió aquello de “las boludeces de Santi”, una expresión digna del cancherito de barrio que imita la petulancia del jefe.
Esto de las “boludeces” dejó moretones bien inflamados en el orgullo de algunos halconcitos cercanos al Ejecutivo. Quién sabe si sirve para sospechas firmes, pero, casualmente, al día siguiente aparecieron la ONG de don Gustavo con el cenáculo al aire y la lista de aportantes, en la que destacan Tabesa y la Itaipú: Le filtraron al filtrador. ¿Fuego amigo mortal? Averígüelo, Vargas, hubiera dicho Poncho Pytã en el viejo diario Patria.
Tal parece que don Gustavo pisó un callo cercano, de su propia tripa, y en venganza le dejaron al cazador con el cenáculo abierto.