Servir o buscar el poder

Cuando entramos en una tienda, el vendedor se acerca y pregunta: “¿En qué puedo ayudarle?”. Asimismo, las empresas afirman que “servirle es nuestro placer”, y los políticos, especialmente en época de elecciones, repiten: “Queremos servir al pueblo”.

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En sí mismas estas expresiones son positivas, sin embargo, casi todas tienen otro trasfondo, que no es precisamente la actitud de servicio, pero la obtención de poder, y de ganancias.

Jesucristo, que sabe lo que hay en el corazón del ser humano, viene para educarnos y para hacer con que usemos de modo provechoso las fuerzas psíquicas que tenemos. Poseer algo de ambición es necesario, para que no caigamos en una deprimente mediocridad, y no cometamos el pecado de enterrar talentos.

En el Evangelio de hoy el Señor anuncia por segunda vez que iría a sufrir la pasión y la muerte en cruz, sin embargo, los discípulos no entendían esto y tenían miedo de preguntar. Parece que refleja perfectamente la situación humana: no entendemos muy bien el sentido del sufrimiento y no sabemos hacer las preguntas correctas para la persona correcta.

Pero ellos, por el camino, tenían otro tema de conversación: discutían quién sería el más grande. El ser humano padece una tentación irresistible de buscar el poder, como ya lo expresa el refrán: “Más vale ser cabeza de ratón que cola de león”.

Esta dramática realidad es bien explicada por el apóstol Santiago, cuando sostiene: “¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros? Ustedes ambicionan, y si no consiguen lo que desean, matan”.

La disyuntiva es ácida: adoptar una actitud de servicio generoso y perseverante, o empotrarse en la disputa del poder, para obtener privilegios, abusar del semejante y, frecuentemente, explotar las instituciones, sin importar los medios usados.

El Señor nos da el verdadero camino para lograr la paz interior y edificar una sociedad más justa: “El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”.

La actitud de auxilio y de disponibilidad, de tener tiempo y buen humor para la propia familia genera personas con equilibrio emocional. Asimismo, el servicio hacia la sociedad sirve para la construcción del bien común y crea la tierra nueva y los nuevos cielos, desde ahora.

Procuremos vencer el temible egoísmo y la codicia, de modo que nuestro ejemplo de vida sea edificante para nuestros hijos, y, además, dejemos el mundo un poco mejor, comparando con el que hemos recibido de nuestros padres.

Paz y bien

hnojoemar@gmail.com

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