Pegué una vuelta por el sitio web del Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicación (MITIC). Me preguntaba dónde estamos como país con relación al desarrollo y la aplicación de esta herramienta digital que está sacudiendo al mundo.
No encontré mucho. Tampoco en “San Google”. Tal vez esto grafica de cuerpo entero el panorama. Estamos rezagados. ¿Pero cuánto? La información es escasa. ¿Qué sabemos sobre economía digital? ¿Cuánto mueve a nivel local?
Para tener en cuenta: la economía digital tuvo en 2023 un impacto significativo en el PIB mundial, y se espera que siga creciendo en los próximos años, según la Asociación Española de la Economía Digital. El año pasado representó el 24,2% del PIB mundial.
Daniel Zhou, presidente de la tecnológica Huawei para Latinoamérica, ofrecía un discurso en México en el que ponía de relieve que la “economía digital se está convirtiendo en el motor de crecimiento de la economía mundial”.
El PNUD-Paraguay realizó una consulta, publicada en junio de este año, “Frontier Technologies en Paraguay”. Buscó conocer las visiones sobre tecnologías emergentes, entre el campo y la ciudad.
Las conclusiones interpelan sobre todo por la brecha que nos separa de las economías regionales que ya le están sacando el jugo a la inteligencia artificial y todo el camino que falta por recorrer en la materia. Ni siquiera estamos manejando el concepto básico de la IA y cómo impactaría favorablemente en el bienestar social.
Un análisis preliminar de los datos recolectados por PNUD revela que “las personas (no expertas) afirmaron tener conocimiento sobre IA principalmente a través de las redes sociales” y que existe “disparidad en las percepciones sobre inteligencia artificial entre las personas de áreas urbanas y rurales”.
El equipo multidisciplinario de la agencia de desarrollo de la ONU en Paraguay describe en un apartado una percepción que hace estallar cualquier relato: que solo las familias con elevado poder adquisitivo podrán acceder y beneficiarse de esta tecnología. “La población urbana muestra una visión más positiva y optimista de la IA, en zonas rurales la percepción tiende a ser más pesimista, con la creencia de que la IA favorece a personas con mayores recursos y podría eventualmente reemplazar la fuerza laboral humana. Estas diferencias también se observan entre personas de distintos niveles socioeconómicos: a mayor ingreso, mayor optimismo”.
La población paraguaya goza aún de un bono demográfico que bien capacitado contribuirá a pegar el salto a mediano y largo plazo. Pero el grave inconveniente es la infravaloración de la inversión para la formación en tecnologías de la información.
La investigación del PNUD puntualiza particularmente la “escasez de talento tecnológico local, que resulta en parte por falta de una oferta educativa actualizada que permita desarrollar ese talento”.
Este dato debería estar ya en los escritorios del ministro de Educación, Luis Fernando Ramírez; y la rectora de la Universidad Nacional de Asunción, Zully Vera, como responsables del sector educativo y de formación profesional del país. Pero más aún actuar en consecuencia junto con la administración central del Gobierno para seguir el ritmo de la adopción de la innovación dedicando los recursos necesarios para la investigación científica y tecnológica.
Finalmente, no es que no haya talentos. Lo que a Paraguay le urge es abordar sus retos en el sector tecnológico para aprovechar mejor las oportunidades. Las mentes paraguayas, que migran ante la falta de oportunidades, son aprovechadas por otros países para su desarrollo.