Ser ignorante no es delito. Lo devastador es exhibir la ignorancia como un atributo político ideal. Más aún cuando ese “atributo” va acompañado por la prepotencia que le da al ajuragalleta el poder sin contención. Un ejemplo tragicómico es la reciente adquisición de Honor Colorado (recolector de esa especie), Jatar Fernández, captado de la Corte que había conformado Payo Cubas (Mbururu, Chaqueñito, Yami Nal y otros valores).
Rivas es un caso extremo. En laboratorios del delirio político, un caso como este se conoce como Patología Utilitaria Transitoria Escindida de la Realidad Isotópica Ordinaria (no escriba la sigla). Es el peluche preferido del Quincho; un chiche que despierta la meliflua ternura del Jefe. El efebo al que se debe ubicar siempre en un lugar preeminente para que luzca su ignorancia en su pletórico esplendor.
Sin esa basa tan significativamente cariñosa no se podría explicar cómo le han elevado al hombre a cargos tan encumbrados. Lo convirtieron en abogado a la fuerza, como una exaltada demostración de afecto y confianza, tal vez. Para el efecto le generaron un título trapicheado en la Dimensión Desconocida de alguna vaga academia doctoral. Allí donde no existe ni un solo docente identificable y donde los compañeros de Hernancito son más fantasmales que los muertos de la serie The walking dead. Y fue presidente del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. Sin tan siquiera poder leer un texto sin despertar la burla y la conmiseración de quienes lo escuchaban. Pero su “presidencia” fue un ferviente deseo del Quincho. Un regalo a su peluche preferido.
Hasta que el mimado tuvo que renunciar debido a la acción de su peor enemigo: él mismo. Así como no pudo dar pruebas irrefutables de que fuera en realidad abogado, sí exhibió pruebas irrecusables de que ignoraba cualquier saber.
Pero en el Quincho está la mano que mece la cuna del bebé. Y esa mano hizo que el peluche, que adora la mano de marras, esté hoy instalado en el equipo parlamentario que negociará los asuntos de Itaipú con los brasileños. Nada más y nada menos.
¿Sorprende esta decisión del Quincho? (en HC, ninguna decisión de éstas se toma sin la anuencia precisa). No, viniendo de donde viene, no sorprende. Hernancito es una obsesión del Jefe y hay que ubicarlo siempre en cualquier podio para que fulgure con su brillo propio.
Por ahí, en Itaipú toca algún cable y se le encienden las luces que no se le encendieron antes. Y resulte un prócer de la negociación. Seguro que el Quincho puso ahí a su “doctor” por amor a la patria. Es su peluche. El rutilante embajador del intelecto honorcoloradístico.
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