La falta de infraestructuras, aulas, sanitarios, muebles, acceso a internet y bibliotecas siguen siendo realidades en la educación en el departamento de San Pedro, y es el reclamo de siempre de las comunidades educativas; son necesidades básicas.
A estas realidades se suman las injerencias políticas, sobre todo para ubicar a los aliados y operadores políticos, causando caos a principio del año. Desde la Dirección Departamental de Educación, en aquel entonces a cargo de Odón Duarte, repartieron rubros de docentes aulas a docentes que “cumplen” funciones en sedes administrativas, dejando sin profesores a los niños y jóvenes, lo que generó una serie de movilizaciones.
Tras muchos cuestionamientos, Duarte fue removido del cargo y asumió Feliciano Candia, pero solo acude raras veces a la oficina en la capital departamental y es difícil manejar a “control remoto” desde la distancia los tantos problemas de la educación y sigue sin atender los reclamos, y mucho menos dar soluciones.
Terminó el primer semestre, sin merienda ni almuerzo escolar en gran parte. En medio de las precariedades y reclamos se inició el segundo semestre, con las mismas promesas y discursos que la educación es prioridad, pero lamentablemente solo queda en los discursos, y la realidad se debate en medio de necesidades, movilizaciones y reclamos.
Es tan lejana la educación de calidad, sobre todo en las zonas rurales, y por ende es tan difícil que el futuro de la patria pueda tener un buen cimiento. En este departamento cada político de turno aprovecha para acomodar a sus familiares y acuden a servicios privados y educan a sus hijos en el sector privado, a costa del sufrido y olvidado pueblo al que representan.
A todo estos problemas en educación, el emblemático programa de gobierno denominado Hambre Cero, en lugar de ser parte de la solución, se constituye en otro foco de cuestionamiento por su actual fallido inicio.