Narrativas y relatos

Si uno hace una serie de entrevistas en el medio de la manifestación que encabezaron Kattya González y Esperanza Martínez el pasado 15 de agosto, el cien por ciento de los entrevistados dirá que el gobierno de Santi Peña es una porquería.

audima

Si hace otra serie de entrevistas entre los íntimos de Gustavo Aquino, de la Seccional 14 del partido Colorado, probablemente el cien por ciento de los consultados dirá que ese mismo gobierno es bueno.

Esa es la razón por la que las encuestas no pueden ser creídas sin que se estudie pormenorizadamente su universo, su ficha técnica. Es la razón por la que no es correcto decir “la ciudadanía dice…” cuando se hacen ese tipo de consultas. Y esa es la razón por la que las encuestas difícilmente reemplazarán a la estadística como principal instrumento de análisis de la realidad: “Dato mata relato”.

Sin embargo, ya en los años 20 del pasado siglo XX Joseph Goebbels, entonces futuro ministro de Propaganda de Adolfo Hitler pero ya su principal asesor de imagen, reivindicó con mucho éxito el concepto cristiano de la “propaganda fide”, que podríamos resumir en algo así como “Sin dato prevalece el relato”. Los comunistas también adoptaron el modelo.

La censura cristiana se estableció para eso, para impedir que el dato mate al relato; muy eficazmente la están emulando ahora las organizaciones no gubernamentales de los sinverguenzas del Foro Económico Mundial (ver los “Twitter Files”, por citar solamente un caso) a lo largo y a lo ancho del planeta.

Cuando alguien pregunta “¿cómo vas a decir eso?”, o “¿cómo vas a preguntar eso?” simplemente está buscando esa censura al denotar que lo que se dice o lo que se pregunta es inaceptable, tratando de evitar que se llegue al dato, para mantener el relato. Nuestros oenegeceros locales y nuestros cipayos han hecho de esas preguntas la base de todo su discurso: Cuidadito de que cuestionen sus premisas o se diga lo que no quieren.

Y cuidadito que se cuestione o se discuta a las “vacas sagradas” que propagan el relato. Esa era la razón por la que se castigaba severamente la crítica a los sacerdotes, a los jerarcas nazis o comunistas y por la que ahora cuando se cuestiona a las “vacas sagradas” del Foro, se cancela a los críticos.

En Paraguay no pudieron aún establecer las cancelaciones, pero hay ex miembros del Senado y otros abogados que trabajan intensamente en cancelar a quien se atreva a discutirles.

La tarea siempre es la misma: Impedir que se llegue al dato para mantener el relato, porque el relato, como lo han sabido siempre los cristianos, Goebbels, los comunistas y el Foro Económico Mundial, es la base de todo poder totalitario.

evp@abc.com.py

Lo
más leído
del día