La protesta se hizo a ambos lados del puente, y participaron los llamados “paseros”, tanto de aquí como de la vecina provincia de Misiones, donde también existe una buena cantidad de estos trabajadores informales que viven del tráfico hormiga de mercaderías en general, y de combustibles para automotores.
El motivo de la protesta, según se indicó, es porque en el lado argentino los controladores aduaneros les impedían cruzar hacia Encarnación con sus cargas de frutas y verduras.
Huelga decir que buena parte de esa mercadería entra de contrabando a territorio nacional, un hecho que en definitiva no afecta a la Argentina, salvo tal vez por el no pago de tributos en el mercado de origen, pero en definitiva beneficia enormemente a su economía, porque grandes volúmenes de dinero ingresan todos los días a su circuito comercial de la mano de estos “paseros”.
Pero más allá del aspecto legal de esta modalidad comercial que transita en el borde de la ilegalidad, una situación que cuesta entender es cómo es posible que nosotros no seamos capaces de producir y abastecer esa demanda de alimentos con nuestra propia producción.
Tenemos tierra, agua, abunda mano de obra ociosa, pero somos incapaces de producir por lo menos para satisfacer el consumo propio.
Cuesta entender que todavía nuestra “clase” dirigente se muestra incapaz de crear las condiciones para que nosotros mismos podamos producir y satisfacer nuestra demanda, en lugar de estar atados al contrabando y la consecuente sangría en divisas al tener que comprar afuera lo que podemos producir nosotros.
Es evidente que no existen ni voluntad política ni propósito de elevar la calidad de vida de nuestro pueblo, propiciando la generación de empleos a través del trabajo.
Optamos por lo más fácil, el contrabando, esa válvula de escape para muchos desocupados, y algunos “empresaurios” de frontera, que se benefician de la informalidad económica que impide el desarrollo genuino y sustentable de la economía local. Y así nos va.