Atendiendo que anteriormente la mujer había experimentado lamentablemente la pérdida de dos embarazos, los cuidados de la misma eran de forma permanente, y como ya llegaba al séptimo mes, todo hacía suponer que esta vez sí por fin podría dar a luz la niña que tanto se anhelaba dentro de la familia.
Lastimosamente, este sueño de nuevo quedó truncado, debido a numerosos factores, pero el principal fue la tardía reacción para evacuar a la paciente hacia un hospital de mayor complejidad, razón por la cual el esposo tuvo que pagar G. 14 millones para fletar un avión particular para salvar tanto a la madre como a la bebé.
Lamentablemente la ayuda fue tardía, y si bien se pudo salvar a la mujer, sin embargo la criatura no resistió y murió, y con ella toda una ilusión de inmensa felicidad que durante la espera significó en la familia la noticia del embarazo, pero sobre todo porque era la niña que con tanto tiempo se estaba esperando.
Es difícil tratar de encontrar culpables en esta situación, más que reiterar nuevamente la tremenda precariedad sanitaria que desde hace décadas se vive en el Alto Paraguay, por lo que la constante es la evacuación de pacientes hacia hospitales de mayor complejidad de la capital del país u otras regiones.
La muerte de esta criatura no es el primer caso que se da en este tipo de situaciones. Por el poco interés que demuestran las autoridades nacionales, en buscar soluciones definitivas a la caótica situación de salud en esta zona, es seguro que ocurrirán otras muertes similares.
Se aplaude el envío de médicos especialistas de parte del Ministerio de Salud, para prestar atención en el Hospital de Fuerte Olimpo, pero solo son soluciones parches. ¿Qué tanto pueden hacer de milagro estos profesionales en solo dos días de trabajo? Casi nada.
No sabemos hasta cuándo se darán este tipo de muertes que pudo haberse evitado. ¿Hasta cuándo el Estado paraguayo seguirá robando la ilusión de vida a los pobladores del Alto Paraguay?