No existe deliberación ni democracia, la cabeza decide cada paso a realizar poniendo como norte, como objetivo principal llegar a tener ganancias que sean altamente lucrativas y espacios de poder que les brinden garantías de impunidad. Tampoco permite la competencia, si los oponentes pretenden realizar lo mismo que ellos, los combaten por cualquier medio, que pueden incluir desde las denuncias, o métodos legales hasta los delitos o crímenes más atroces.
Para formar parte de esta organización es necesario reclutar a los posibles miembros por medio de una iniciación, que requiere todo tipo de pruebas de fidelidad, pero también se puede anexar a los miembros de segunda por medio de ofertas o amenazas que no pueden rechazar, los mismos por lo general no son de total confianza, solo ayudan a llegar a los objetivos y son tratados como fusibles, totalmente transitorios.
El jefe o patrón puede decidir las posibles alianzas con otras organizaciones similares, lo hace junto a su primer anillo compuesto de aduladores y que en la organización gozan de beneficios incalculables, no son personas comunes y corrientes, conforman una especie de “realeza” autóctona. Si los puede llevar a cumplir las metas, estas personas se podrían poner de acuerdo con el propio diablo sin ningún tipo de rubor o culpa.
Tampoco les parece malo mostrar incoherencia entre lo que dicen y lo que hacen, siempre el fin justifica los medios. Es por ello que la corrupción en un primer momento, la coacción posteriormente y finalmente la violencia son los lenguajes que manejan a la perfección. Lo importante es que todos accedan a callarse y obedecerlos hasta dominar el ambiente.
Espero que el amable lector no se confunda, no estamos describiendo otra cosa que a las organizaciones mafiosas o criminales que poco a poco se imponen en la región.