América Latina y el Caribe es un área importante de la política exterior rusa.
Encomiamos los esfuerzos de la región para aumentar su capacidad, cohesión política y sostenibilidad económica, lo que le permitirá ser más proactivo en la arena internacional, formar uno de los pilares de un mundo multipolar y dar al orden mundial existente una mayor previsibilidad y estabilidad.
América Latina es una civilización única que se formó como resultado de la lucha exitosa de sus pueblos contra el colonialismo. Hace 200 años, los países de la región emprendieron el camino del desarrollo independiente, pero su lucha por la soberanía continúa hasta el día de hoy.
La abrumadora mayoría de los países latinoamericanos sigue operando en el marco del sistema comercial y financiero internacional que no favorece a su desarrollo económico-social, siendo neocolonial en esencia.
Nuestra cooperación con los países de la región es el blanco de la política hostil de sanciones del “Occidente colectivo” liderado por Estados Unidos.
Al mismo tiempo, los Estados de la región se niegan a sumarse al régimen de medidas antirrusas, lo que está provocando una creciente irritación en Washington, que recurre a amenazas de “sanciones secundarias” contra las empresas locales. La Casa Blanca tampoco se olvida del fortalecimiento del control militar sobre América Latina.
En estas condiciones, existe una tendencia creciente a fortalecer la independencia política de los países de la región construyendo estructuras de integración desideologizadas y sostenibles que funcionen en beneficio de América Latina y no de actores externos. Poco a poco se va abriendo paso la idea de la desdolarización.
La mayoría de los países latinoamericanos adoptan una posición neutral sobre el conflicto en torno a Ucrania. Sin embargo, dada la naturaleza global de esta crisis, en la que Rusia se opone no tanto a Ucrania, sino a los países del “Occidente colectivo” liderados por Estados Unidos, y teniendo en cuenta la experiencia de primera mano que tienen los estados de la región con el neocolonialismo occidental, aquí se reconoce cada vez más el papel destructivo de Occidente a la hora de incitar y agravar aún más el conflicto.
Estoy convencido de que en Paraguay se está fortaleciendo la comprensión de estas realidades de la situación geopolítica actual, y nuestras relaciones bilaterales retomarán la senda del desarrollo progresivo basado en intereses mutuos, fuertes vínculos históricos y valores tradicionales compartidos no sólo por católicos y ortodoxos sino también por seguidores de todas las principales religiones del mundo.
Artículo gentileza. El autor es embajador de la Federación de Rusia en Paraguay.