Desidia para restaurar templos

Los templos de Atyrá y Piribebuy son un claro ejemplo del poco interés que tienen las autoridades nacionales en gestionar la restauración de los monumentos históricos.

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Con las últimas lluvias, la situación se puso peor y esto quedó evidenciado por el pésimo estado en el que se encuentran las iglesias Ñandejara Guazú (Piribebuy) y San Francisco de Asís (Atyrá). Cuanto más pasa el tiempo, resultará mucho más costoso arreglar los daños.

Pese al reclamo de la población de Piribebuy, por ejemplo, hasta el momento no se tiene ninguna esperanza de reparar la iglesia de la zona; dicho templo ya está en peligro de derrumbe desde hace más de 10 años. La estructura tiene vigas podridas, paredes ajadas y hasta termitas.

La historia es similar con el templo San Francisco de Asís de Atyrá que también requiere de una urgente intervención, pero con la diferencia de que en esta iglesia sí se adjudicó el monto de G. 4.000 millones para hacer las reparaciones.

Esto, supuestamente, fue financiado por la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), pero lo extraño es que la obra nunca prosperó y desde hace un año y 4 meses los atyreños solicitan un cambio.

Estos dos edificios son patrimonios culturales muy importantes que marcaron historia en Paraguay y que deben ser cuidados como corresponde.

Las autoridades no deben dejarlos arruinarse. Restan atractivos a la ciudad y mucha gente de otros lugares llega a las localidades del interior para conocer la religiosidad, sentirse a gusto y, sobre todo, poder admirar los santuarios. Pero lastimosamente los turistas no pueden ni visitar con tranquilidad estos templos que se tienen porque están en peligro de derrumbe.

Las autoridades nacionales no deben descuidar estos patrimonios porque abandonarlos a su suerte habla muy poco del interés y la formación que tienen los funcionarios, quienes tienen la obligación de dirigir a las instituciones y asumir el compromiso de mantener estos lugares en buen estado.

Mientras las iglesias caen a pedazos, los que deberían solucionar los problemas de la ciudadanía hacen caso omiso a la realidad que se vive, pero, qué se puede esperar de un gobierno que pone en primer lugar sus intereses antes que la necesidad de un país que clama por mejorías en todos los ámbitos.

¿Hasta cuándo?

“No queremos quedarnos sin historia, no queremos quedarnos sin ver los cambios que prometieron para nuestras iglesias”, es lo que piden todos los días los cordilleranos.

faustina.aguero@abc.com.py

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