En la colección Biblioteca Universal de la editorial Océano, los editores nos dicen al dar a conocer sus propósitos: “Un gran pensador inglés dijo que la verdadera universidad hoy en día son los libros. Y esta verdad, a pesar del desarrollo que modernamente han tenido las instituciones docentes, es en la actualidad más cierta que nunca. Nada aprende mejor el hombre que lo que aprende por sí mismo, lo que exige un esfuerzo personal de búsqueda y de asimilación; y así los maestros siguen de guía y orientadores, las fuentes perennes del conocimiento están en los libros”.
Son muchos los elogios que a lo largo de la historia se han hecho de los libros. Sería redundancia repetir o agregar conceptos acerca del valor de los libros como un factor esencial para distinguir al ser humano de las bestias, aunque muchas veces cuesta distinguirlos.
De acuerdo con los datos que se publican con frecuencia, tenemos serios problemas educativos que se originan, principalmente, en la falta de lectura. En los países del primer mundo se invierten grandes cantidades de dinero en la promoción de los libros, aún así sufren serias dificultades entre los jóvenes, pero hay preocupación por revertir los resultados.
Entre nosotros, hablar en el sector público de invertir en la cultura proyecta la idea de que será un dinero echado a perder. La respuesta suele ser “hay otras prioridades” lo que significa que la cultura no está incorporada entre las preocupaciones en la función pública.
El tema de los libros se agrava frente al cambio de civilización. Pasamos a la sociedad digital sin habernos aprovechado con suficiencia de la antigua y rica cultura de la imprenta.
Los estudiosos de la nueva tecnología y la comunicación se muestran muy entusiastas. Nos aseguran que el libro con soporte de papel será irremediablemente sustituido por el libro digital, tal como se comprueba en la creciente tendencia de lectores que dejan el libro tradicional para prenderse al digital. De hecho, las bibliotecas virtuales cuentan con millones de ejemplares. Pero no entiendo cómo es posible leer, por ejemplo, el Quijote, con los ojos pegados al ordenador o al celular. Claro que estoy opinando desde un hábito antiguo. En posible que en poco tiempo la pregunta sea al revés. Es decir, que alguien no entienda cómo es posible leer un libro fuera de la pantalla.
La idea de que la educación y la investigación son una verdadera inversión para el futuro, está fuera de toda duda. Nuestro desempeño como sociedad depende, en gran medida, de la formación de nuestros jóvenes. Pero, al mismo tiempo, no hay procedimiento más seguro y duradero de promover la integración social que una buena educación.
Deseamos que “Un pacto con la lectura” tenga el éxito que se merece y que nuestro país necesita.