La descentralización total no existe, porque los municipios no tienen cómo sostenerse por sí. La descentralización se dará cuando todos los municipios generen sus propios recursos. Si no, es pura careteada “descentralizadora”.
Los distritos creados en los últimos años por los parlamentarios sirven únicamente para entretenimiento rentado de parásitos políticos locales.
Esto viene a cuento a raíz de lo que pomposamente han llamado Hambre Cero en las escuelas, que buscó, en un primer momento, un golpe de efecto social. ¿A quién no le conmueve el hambre de los niños? La condición de pobreza extrema en que se hallan los mismos; condición que les impide disfrutar de una vida escolar plena.
No vamos a hablar aquí de las causas de esa pobreza que hace necesaria que la escuela se ocupe de la alimentación, cuando esa no es su función específica. En la raíz de esta tragedia está la política y están los políticos.
En un acto con sobredosis de show, el Ejecutivo lanzó Hambre Cero con recortes económicos que afectaban a intendentes y gobernadores, para sorpresa de estos. De paso, se pudo percibir ya que se lanzó un programa con ribetes épicos sin tener el financiamiento completo y asegurado para el mismo.
La reacción de los munícipes se hizo sentir inmediatamente y obligó al presidente de la República a modificar su estrategia (si es que tenía alguna bien estructurada). La historia ya es conocida por la profusión de informaciones sobre la misma.
Para calmar el aluvión, el Ejecutivo hizo más promesas de cumplimiento bien dudoso, entre ellas, algo que obligará a una metida de mano nada menos que en la Constitución Nacional. Esto es algo que puede significar el inicio de la catástrofe final.
El Ejecutivo, con el tema del Hambre Cero, desató una dinámica administrativa que no sabemos en qué terminará. La reacción política, con distintas manifestaciones, nos ha demostrado lo que temíamos: el interés principal aquí no es el hambre de los niños, sino la plata que manejan sectores políticos. La misma Contraloría habló de corrupción en la gestión del almuerzo escolar. Tal almuerzo ha sido alimento de patéticos hechos de corrupción. Aquí no hay plata para el hambre de los niños, pero sí la hay para que muchos políticos se vuelvan ricos impunemente tragándose la comida que debió haber sido para los escolares.
Con Hambre Cero el presidente creó un laberinto del que le será difícil salir. A muchos gobiernos locales, especialmente los municipios creados para los parásitos, el hambre de los niños no les turba. Solo quieren seguir tragando.
nerifarina@gmail.com