Los padres que, valiéndose del cargo, consiguen que sus hijos estén en la función pública –generalmente sin ninguna función- lo que hacen es un tremendo daño a sus propios hijos. En vez de educarlos en el trabajo honrado, les educa en la haraganería, aunque bien pagada; en vez de enseñarles que ganar dinero con el esfuerzo propio hará de ellos ciudadanos útiles para sí mismos, la familia, el país. ¿Qué porvenir tienen estos jóvenes a quienes se los inicia en la corrupción de tener un buen salario sin hacer nada? Los que triunfan en la vida son los que crecieron en el sacrificio, el esfuerzo cotidiano, la responsabilidad.
Nublan el horizonte de sus hijos los padres corruptos que se apropian del dinero de los contribuyentes para enseñarles a sus hijos que la vida es fácil; que no hace falta estudiar ni trabajar para darse una existencia cómoda; que basta ganar el poder político para ubicarse por encima de quienes merecen la función pública. Pero quienes la merecen por sus estudios, idoneidad, honradez, no tienen padres ni padrinos que se interesen por ellos. Además, si hay puestos vacantes, de inmediato serán ocupados por los hijos y demás familiares de los políticos sin escrúpulos. No se detienen a pensar que hay otros jóvenes, otros compatriotas, bien formados intelectual y moralmente, que podrían ocupar los sitios robados por la delincuencia.
El nepotismo “designa la práctica política caracterizada por la preferencia y favoritismo de algunos hacia sus familiares en la concesión de empleos públicos, sin la debida consideración de la capacidad y merecimiento de los beneficiados”. Para evitar que esto suceda, luego de muchos y engorrosos trámites se promulgó la ley que obliga a las instituciones del Estado a concursar los cargos vacantes. Pero la buena intención de hacer eficiente la función pública quedó sin efecto con el invento del “cargo de confianza”. Por esta ancha puerta entran los que nunca aprobarían el examen de oposición. Por esta vía, los padres y padrinos –como el famoso caballo de Troya- invaden la planilla de sueldos al ejército de parásitos que se llevan el dinero que podría destinarse a mejorar la salud y la educación del pueblo.
El nepotismo se ha dado siempre en nuestro país más allá de los colores partidarios. El problema principal reside en que se acude a este medio ilícito para ubicar a parientes que no servirían para ninguna función más que la de ser zánganos. Y como hay tantos –como en este gobierno de apenas cinco meses- hay que destinar un montón de dinero para construir más espacios que les de cabida y sacarlos de los pasillos, siempre insuficientes. Pero no solo hay que darles nuevas oficinas, además, equiparlas con otra considerable suma de dinero de manera innecesaria. Bastarían con una silla y equipo de tereré.
Los padres con influencia política deberían ayudar a sus hijos iniciándolos en el trabajo honrado. Para zánganos del Estado ya están esos mismos padres y padrinos.