No es nueva la crítica que hace el joven de 17 años al sistema educativo ni tampoco nueva la modalidad del intento de censura. Lo que sí es nuevo -según declaraciones de González- es prácticamente coaccionar a una persona menor de edad haciéndole firmar un documento en el cual se compromete a “leer” un discurso “inofensivo”. Eso es criminal.
Como mínimo la Defensoría de la Niñez o el MINNA deberían abrir una investigación de oficio. La libertad de expresión es un principio constitucional que debe ser garantizado, más aún por parte de las autoridades de una institución educativa. Es obvio que esa libertad debe enmarcarse dentro del lenguaje respetuoso, como es el caso de este joven.
De acuerdo a la crónica noticiosa el estudiante confesó que el discurso que emitió ya lo tenía preparado hace un mes aproximadamente y que presentó un discurso distinto al colegio: “Yo aparezco con otra carpeta y ahí el maestro de ceremonias, que es profesor también ya me intenta cortar, pero por suerte no tuve problema con eso, me dio un poco más de coraje también contar la realidad”, dijo, señalando que sabía que se había invitado al viceministro de Culto, el docente e historiador David Velázquez Seiferheld.
El discurso solo dijo lo evidente que el sistema educativo es deficiente y que “funcionarios renegados y ya no desean ser responsables de la educación”. González no es un agitador coyuntural, tiene más autoridad moral que quienes intentaron callarlo. Planea convertirse en médico y ya cuenta con incluso con una investigación científica junto a un grupo de médicos que pronto será publicada.
“La educación necesita ser excluida del nefasto ranking de los peores del mundo. Somos el segundo peor país en el mundo en educación. Paraguay no puede seguir siendo el único país de la región con solo el 3,7% de inversión del PIB en educación”. González es un ejemplo a seguir tanto en materia educativa, como en libertad de expresión y a quien no le importa “meterse en problemas” por decir la verdad y no callarse ante las injusticias.