Por más “perras peligrosas y locas” en el Parlamento

La degradación del Congreso Nacional y en especial el bajo nivel cultural de algunos varones se refleja diariamente en el trato que dan a las parlamentarias mujeres. En apenas cuatro meses del periodo legislativo las mujeres ya fueron tratadas de perras peligrosas, locas, histéricas y amenazadas con romperles la boca. La violencia política hacia las mujeres es real y la sufren todos los días, en especial las diputadas y senadoras de la oposición de parte de los misóginos cartistas que, como no tienen argumentos para refutar los cuestionamientos, ofenden y maltratan.

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Por ejemplo, el doble discurso que tiene el diputado Yamil Esgaib (ANR-HC) sobre lo que es violencia hacia las mujeres deja en evidencia que no sabe absolutamente nada de lo que realmente es violencia de género y demuestra su total machismo.

El diputado, el pasado miércoles, violentó el reglamento interno de la Cámara Baja para “expresar su solidaridad a Alicia Pucheta”, quien junto con los cartistas y sus satélites paralelamente estaban pisoteando la Constitución Nacional en la Cámara del Senadores, y “repudió” que Eduardo Nakayama (PLRA) haya agredido a la ahora representante del Poder Ejecutivo ante el Consejo de la Magistratura. Sin embargo, el senador liberal en ningún momento maltrató a nadie, sino que solo estaba allí filmando y manifestándose contra el atropello constitucional, pero para Yamil manifestarse es “maltrato”. Para colmo durante su alocución volvió a insultar a las opositoras al decirles de manera sarcástica “ustedes que tanto se quejan del maltrato, no dicen nada”.

Yamil, de manera selectiva “lamentó” el supuesto maltrato que sufrió Pucheta durante su juramento “mau”, pero olvidó que él es el realmente violento, hecho por lo cual fue suspendido por 30 días. Primero cortó de manera prepotente el micrófono a la diputada Rocío Vallejos (PPQ), porque no le gustaba lo que la parlamentaria estaba denunciando la censuró. En segundo lugar, trató de “perra peligrosa que necesitaba una bozal” a su colega Johanna Ortega (PPS) en plena sesión porque ésta defendió de manera vehemente su postura. La discriminó por su timbre de voz, y en tercer lugar, amenazó con romperle la boca a la senadora Celeste Amarilla (PLRA), en plena sesión de la Bicameral, porque osó cuestionar el proyecto cartista. La amenazó por exponer su idea.

Otro muestra más de la misoginia cartista, la hizo el diputado Rodrigo Gamarra, quien trató de “las locas del Parlamento” a las senadoras Celeste Amarilla, Kattya González, Esperanza Martínez y Yolanda Paredes porque no tomaban como “bandera” las denuncias de supuesta corrupción que el cartismo pregona contra Mario Abdo Benítez. Es decir, las tratan de locas porque no hacen lo que ellos quieren.

Pero no solo las opositoras son víctimas del machismo, también las diputadas y senadoras coloradas, pero ellas no protestan y se mantienen sumisas, lo que evidencia más el sometimiento en la que están y ¡dan pena!, pues ganaron un espacio en uno de los Poderes del Estado, para representarmos y no lo están haciendo.

Un ejemplo de la sumisión fue el episodio de caricias y el tocamiento a la que fue sometida la diputada Johana Vega de parte de su colega Walter Harms. Todas las coloradas se callaron, y lo más triste, se minimizó el hecho indicando que era solo una “muestra de cariño” porque Harms era una “persona jovial”.

Y para poner la “cereza” a la torta, el bravucón de Basilio “Bachi” Núñez sugirió en plena sesión del Senado cerrar la Secretaría de la Mujer, en un país en donde cada tres días es asesinada a una mujer por el solo hecho de ser mujer. Haciendo gala de su prepotencia e ignorancia dijo que la institución solo sirve para enseñar a las mujeres y niños la “ideología de género”, cuando en realidad se está dando asesoramiento a las mujeres golpeadas y sus niños abandonados.

Toda mi sororidad a las valientes “locas y perras peligrosas” y a esas sumisas les insto a tomar la bandera de la dignidad y luchar por el derecho de las mujeres desde el Congreso Nacional que para eso les pagamos.

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