Nuestras piernas en sus cabezas

Mucho se afirmó, y con razón, que los materiales autorizados por el MEC, “12 Ciencias para la Educación de la Sexualidad y la Afectividad”, contienen estereotipos que fomentan la violencia hacia las mujeres. Uno de ellos es que las mujeres deben “vestirse elegantes, no provocativas”, porque podrían generar “reacciones” en los chicos. Típica forma de responsabilizarlas después del trato violento que reciban, consecuencia en verdad de los desajustes que tengan los agresores y no ellas.

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Los libros de educación sexual aprobados por el MEC para su uso desde el nivel inicial hasta el último curso, indican que a las mujeres hay que “advertirles acerca del impacto que genera en el varón su modo de vestir o comportarse”. Ya en el manual dirigido a los padres, se afirma que las mujeres deben “Vestirse elegantes, no provocativas. Podrían provocar en los chicos reacciones que ellas no desean”.

Este es sólo uno de los tantos sesgos de tinte religioso y estereotipos de género que contienen estos libros. Dirigido a niñas de 8 a 12 años, y en el marco de una “educación para el verdadero amor”, uno de los libros dice que “el dolor es importante en la vida humana. Cuando se ama también se sufre” y se asegura que una mujer es “fuerte frente al dolor”.

Vincular el dolor y el sufrimiento al amor es peligroso. También lo es responsabilizar a las mujeres de las reacciones que tengan los hombres ante ellas, en una sociedad machista como la nuestra, en la cual la violencia contra la mujer estuvo hasta hace poco tiempo, normalizada. Este año la Fiscalía está recibiendo un promedio de 110 denuncias de violencia intrafamiliar por día a nivel país y la cifra hasta ahora ascendió a 28.475 casos, confirmó esta semana la Dirección de Planificación del Ministerio Público.

De enero a agosto hubo 29 víctimas de tentativa de asesinatos y otros 26 casos de feminicidio, totalizando 55 las mujeres que sufrieron este tipo de violencia en ese periodo, en Paraguay. Para reducir estos números, que son alarmantes, la educación es el único camino que dará resultados, así lleve tiempo notarlos. Y eso debería incluir una educación sexual y reproductiva basada en derechos y en la Constitución Nacional.

Una mujer no tiene por qué padecer dolor, violencia, cuando ama. Y no tiene por qué pensar en las “reacciones” de los varones cuando se viste. Lo que pase con las piernas o con la vida de una mujer en la cabeza masculina, es única y exclusivamente responsabilidad de ese hombre, responsable obviamente de sus actos y, por ende, de todas sus consecuencias.

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