Planteado desde grupos conservadores, evangélicos y católicos, el plan “12 Ciencias...” se presentó en abril, en un escueto PowerPoint, en la mesa de organizaciones de padres y del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC). A las mamás que pidieron leer los libros, no se los entregaron.
Seis meses pasaron, el Gobierno Nacional cambió y ahora nos enteramos que el MEC, a cargo de Luis Fernando Ramírez, apoyó charlas del pastor evangélico extremista y antiderechos, Miguel Ortigoza, sobre las “12 Ciencias”. Además, obligó a docentes de algunas escuelas y colegios públicos, a asistir a cursos con la autora de los libros, la ecuatoriana María Judith Turriaga, creadora del plan de educación sexual autorizado por la CEP para instituciones educativas católicas.
Y de la nada apareció una resolución de junio, firmada por el anterior ministro de Educación, Nicolás Zárate, que ya aprueba el uso de los materiales en contexto de formación académica desde el Nivel Inicial hasta el tercero de la Media.
Todo se decidió secretamente, mientras públicamente los que se autodenominan “provida”, pero consideran que los menores de edad no son ciudadanos, cuestionaban a Zárate y a Ramírez.
Queriendo saber qué contienen estos materiales, ahora muy cuestionados por organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, buscamos participar de las charlas y entrevistar a Turriaga. También pedimos los libros al MEC. Todo fue denegado.
Un resquicio de lo que hay en los textos se puede ver en páginas fotografiadas del libro de las “12 Ciencias” destinado a las familias: un verdadero hombre no es “ni pesado ni llorón”, dice. Afirma que mientras los niños se “entienden” y juegan juntos al fútbol, las niñas tienen problemas de comunicación y “prefieren rincones pequeños o las escaleras para conversar”, afirmando que esa es “la naturaleza”.
En un país aconfesional, como Paraguay, la Iglesia Católica, la Evangélica u otras, pueden recomendar al Gobierno un plan de educación sexual. Lo que no deberían lograr es imponerlo, como pareciera que ocurre. Y el MEC, abroquelado, no hace más que sumar dudas respecto a lo que ocultan sus autoridades en un tema tan delicado como la educación sexual de los más de 1.500.000 niños, niñas y adolescentes que son parte de un sistema educativo público, que es, por ende, laico.