No es solo un bravucón

Ya no es una nariz de payaso en la sala de sesiones o guantes de boxeo en el Congreso. Ya no es el privilegio de un millonario préstamo cooperativista de más de G. 1.020 millones. Ya no son denuncias de que él y su hermano Ricardo Núñez vendieron una isla y una parte del río Paraguay sin que la Fiscalía se inmute (2014).

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Ya no son los escándalos de venta de lotes municipales a una enfermera que luego aparecieron engrosando su millonario patrimonio. Ya no se trata de la bravata de que contrató a una hurrera para que trabaje para él a costa de un sueldo pagado también por muchos que están siendo echados de la función pública ahora mismo para ahorrar.

Esta vuelta Basilio Núñez cruzó la raya de lo legítimamente permitido. Se paró sobre la delgada línea que separa lo lícito de lo ilícito y cuando se vio descubierto hizo parodias que solo puede permitirse alguien que sufre una MUY SERIA distorsión de la realidad.

EL y su correligionario Edwin Reimer (ex diputado cartista) presentaron un proyecto de ley para despojar al estado paraguayo de unas 130 hectáreas para beneficiar a ocupantes VIP a los que presentaron como agricultores que hacen cultivo de autosustento y que luego cambiaron el rubro de producción al turismo.

EL aseguró que hace décadas los ocupantes viven en el lugar. Un mapa satelital de nuestro diario muestra que hasta el 2012 nada había.

EL es el presidente de la comisión de asuntos municipales que tenía que analizar el proyecto que EL presentó mientras era diputado.

EL encabezó el tumulto para que sus correligionarios cartistas abandonaran la sesión en una nueva patoteada para que el proyecto quede consumado.

Y cuando todo se descubrió EL usó sus redes sociales y pidió al Presidente Santiago Peña que vete el proyecto que EL presentó y que EL patoteó para que se consume.

Y cuando Santiago Peña anunció el veto, EL alardeó de que era una “victoria de la coherencia y decisión atinada del Pdte. de la Rca.” olvidándose que EL presentó el proyecto, que EL recomendó que se apruebe, que EL consiguió dejar sin cuórum el senado.

Esta vuelta, Basilio Núñez cruzó la raya. Hay sospechas de tráfico de influencias para obtener un beneficio indebido a favor de ocupantes VIP. Hay sospechas de tentativa de despojo de un bien público del estado paraguayo. Basilio Núñez es el delfín de Horacio Cartes, un férreo defensor de la propiedad privada. Pero además de ser el delfín de turno –como antes lo fueron muchos otros que fueron al olvido- está ungido como líder de la bancada más numerosa del Congreso, la que como ahora se ha visto, puede torcer violentamente la vida constitucional del Paraguay.

mabel@abc.com.py

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