Fue también uno de los principales animadores de las veladas, un movimiento cultural que por 30 años se extendió en todo el país con el protagonismo de artistas inolvidables. De la amistad con el creador de la guarania, José Asunción Flores, nacieron obras que hasta hoy se escuchan con deleite.
El carácter de don Félix se dibuja en sus poesías. Solo dos muestras: “Reservista purahei” y “Ñane aramboha”. Un poeta plañidero, llorón, habría encontrado a su esposa con otro hombre al regreso de la guerra. Y en la otra poesía, se culpa a sí mismo de verter las lágrimas de su amada.
Tuve el privilegio de haberlo tratado con alguna frecuencia luego de conocernos en ABC Color. Nos presentó otro gran poeta, Darío Gómez Serrato, quien tenía un espacio en el diario. Cuando me tocó realizar una serie de reportajes en Villarrica, nunca regresaba a Asunción sin haber estado en la casa del poeta, en Félix Pérez Cardozo. Casi siempre acompañado de una azada en la mano. Le gustaba llenar gran parte de su inmenso patio con variadas verduras que regalaba a los vecinos con la ayuda de María, su esposa.
Su conversación era sabia, amena, cargada de anécdotas. De las muchas que compartía conmigo recuerdo la siguiente: Viajó a Eusebio Ayala en compañía del celebrado arpista y compositor, Santiago Cortesi, para ultimar una función de velada con los organizadores locales. A la media noche cayó una copiosa lluvia que duró hasta muy entrada la mañana del siguiente día. La ruta se clausuró por 48 horas e hizo imposible que llegara el resto del elenco. A la media tarde resplandeció el sol como recién lavado. A la hora anunciada, el sitio destinado para el espectáculo se colmó de un público ansioso. Los organizadores ignoraban el inconveniente y vendían entusiasmados las entradas. Don Félix y Cortesi ya no esperaron el milagro de que sus compañeros llegasen.
–¿Qué hacemos? – Pregunta Cortesi
-En la boletería – responde don Félix- habrá mucho dinero. ¿Te parece darnos el lujo de despreciarlo? Hemos asumido muchos gastos. Vamos a hacer la función. Sos un gran arpista y un gran contador de chistes. Yo también voy a contar algunos, también voy a recitar, ya vas a ver…
Se calló, les llegaron algunas voces del público que pedían el inicio de la función que se les había prometido “divertida y musical”. La entrada de los dos artistas fue recibida con un cerrado aplauso. Inició el acto Cortesi con tres briosas polcas. Don Felix, con algunos poemas en guaraní.
-¿Y ahora qué hacemos? –preguntó Cortesi muy preocupado
Don Felix anunció: Respetable público, Santiago Cortesi nos hará reír con sus chistes impagables. Suyo el escenario, maestro. Cortesi contó un chiste, contó dos, contó tres, y nada. El público, ni una sonrisa.
-¡Que papelón! –se quejó Cortesi por lo bajo
-Esperá –le consoló don Félix- y se dirigió al público: Queridos amigos, don Santiago Cortesi no es solo un gran arpista, es el mejor humorista que tiene nuestro país. Si ustedes no se ríen de sus chistes, nunca más se van a reír de nada. Desde ese momento –memora don Félix, sentado a la sombra de un árbol- el público aceptó complacido los relatos que sirvieron para apuntalar la velada con música y recitado.
Verdad o mentira esta anécdota -en don Félix se mezclaba todo- es posible que solo sea la expresión de su fecunda imaginación, la misma con la que enriquecía “los pasos de comedia” que arrancaban risas de un público, como el de hoy, necesitado de aliviar su ánimo.
Bien está la recordación a un gran poeta y un gran ser humano.