Valorando lo nuestro

¡Una belleza incomparable!, cuando el domingo pasado en la Costanera de Asunción, cientos de mujeres de todas las edades y de todos los rincones del país se dieron cita en ese lugar luciendo hermosos vestidos típicos. Allí, llevando sobre sus cabezas con gracia y en perfecto equilibrio botellas de vidrio, danzaron al son de alegres polcas, y de esta forma, dando un espectáculo impecable que hizo estallar de entusiasmo al público, hicieron posible la validación del acontecimiento e inscripción del mismo como un hito en el libro de los Record Guinness.

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El público eufórico celebró con aplausos y vítores estas expresiones artísticas tan genuinamente paraguayas, de cuyo encanto tampoco escaparon los extranjeros que se acercaron hasta el lugar para disfrutarlas. Y recordamos los versos de Paraguaya Rohayhu de Cirilo R. Zayas “Luce paraguaya tu donaire/regalando la frescura de tu risa/danza con el arpa y la guitarra/tradiciones de tu tierra guaraní”, al observar a un grupo de muchachos europeos que contemplaban embelesados a las preciosas jovencitas revoleando sus vestidos.

Todo esto nos gusta tanto, y nos hace tremendamente bien como sociedad: Familias enteras que vinieron a pasar un momento de calidad, la gente pidiéndole permiso a las bailarinas para sacarse unas fotos con ellas, las artistas engalanadas con sus hermosos trajes luciéndose en la pista de baile, muchas parejas del público bailando con mayor o menor habilidad, y todo el mundo feliz, mucho más aún por haber conquistado algo como país, que tanta falta le hace al orgullo paraguayo.

Sumamente meritorio: Hablando con los grupos de bailarinas, comentaban algunas que venían de lugares muy lejanos y que habían solventado sus gastos en forma personal. La Organización del World Guinness Record no otorga premios en efectivo, e incluso hay que pagar un canon para acceder al certificado como así también los proponentes cubrir algunos costos relacionados a la coordinación del evento. Ahora bien, esto no debería de manera alguna ser una excusa para que, desde las localidades de donde vinieron, las autoridades comunales o distritales no colaboren en alguna medida en apoyo a estas actividades.

Sobre el impulso y fomento que tanto precisan estas manifestaciones artísticas, tan apreciadas por todos, comentaba un allegado “qué lindo sería que lleven botelleras a las fiestas importantes, eventos oficiales, inclusive casamientos, le daría un toque fantástico al evento”. Aquí podemos recordar, no sin cierta tristeza, todos los locales que existían en Asunción hace 20 años o más en donde se ofrecía a un público ávido grandes shows artísticos con música, danzas y ejecuciones magistrales del arpa paraguaya… ¡Y los establecimientos estaban llenos siempre!, mientras que hoy día es todo un problema recibir visitas del extranjero y pretender llevarles a disfrutar de algún espectáculo de ese tipo… porque sencillamente no hay oferta.

En momentos de nuestra historia en que un nuevo Gobierno está abocado a instalar la hermosa –y desafiante- idea del resurgir de un gigante, para hacerlo realidad qué buena y oportuna herramienta sería la de desempolvar este tipo de recursos, que están tan a mano a la par que desatendidos, y darles un impulso a través del MEC y todos los organismos públicos como organizaciones privadas, para recuperar y volver a jerarquizar aquéllas costumbres y tradiciones que de forma indiscutible nos distinguen como sociedad y como nación.

La patriada llevada a cabo por las más de 550 bailarinas es un hermoso ejemplo de cómo se deben hacer las cosas, y un llamado importante a recuperar e instalar definitivamente aquellos valores, costumbres y tradiciones que no solo nos distinguen por sus particularidades tan especiales, relacionadas a nuestra forma de ser, el clima y nuestra historia, sino que también generan enorme admiración en aquellos que nos miran desde afuera.

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