Quiero destacar la intervención que, en la presentación del libro, tuvo la Dra. Pilar Muñoz-Calero, licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid y el Hospital Gregorio Marañón, pediatra, neonatóloga, estomatóloga, especialista en adicciones con el Minnesota Model (USA), experta a nivel mundial en Medicina Ambiental y presidenta de la Fundación Alborada. La Dra. Muñoz-Calero disertó sobre algunas dinámicas propias del funcionamiento del cuerpo humano, que le llevó a concluir: “Si las empresas funcionaran como el cuerpo humano, tendrían mucho más éxito. La lógica de un cuerpo humano sano es la colaboración entre sus partes, nunca la competencia entre ellas. La vida sana implica un propósito claro, una función definida conectada al propósito y los valores de la colaboración, la solidaridad y la orientación al resultado. En este sentido, las empresas familiares que deseen ser exitosas deben incentivar los antioxidantes y evitar los radicales libres, que aceleran el envejecimiento y la muerte del organismo humano”.
El conversatorio terminó con unas palabras del autor principal del libro, José Álamo Ramírez, quien dedicó unas palabras de agradecimiento a Felipe Prosper Manglano por prologar el libro y por ser un profesional que dedicó una parte importante de su vida a ayudar a que las familias empresarias latinoamericanas tuvieran buenas prácticas organizacionales. Éste es, precisamente, uno de los antioxidantes más importantes para la empresa familiar: contar con un gobierno profesionalizado, tanto en la familia como en la empresa. Es clave que la familia empresaria se comprometa con el negocio y de ello se responsabiliza el Consejo de Familia; y también importa mucho que el negocio crezca sano y esa es función del Consejo de Administración y de la Gerencia. “Sin ambas cosas el horizonte del negocio familiar es muy corto”, advirtió Pepe Álamo.
Cuando las empresas familiares dan el paso de la institucionalización en el proceso de profesionalizar la gestión, bajo el paradigma de que la empresa familiar tiene que ser una fuente de patrimonio con vocación de trascender, y no una fuente de trabajo para beneficio de una generación, se empieza a forjar la familia empresaria, porque ha aprendido a separar los objetivos de la familia de los de la empresa. Una empresa institucionalizada se nota de diversas formas: tienen los objetivos organizacionales muy claros y definidos; cuentan con una estrategia y con una táctica para lograrlos; tienen documentados los procesos operativos y financieros, y analizan continuamente los resultados; cuentan con sistemas de auditorías externas o al menos con colaboradores empoderados e “independientes” con funciones de control interno; tienen buenas prácticas corporativas en cuanto a transparencia en la gestión y flujo de información relevante para los diferentes órganos de gobierno; etcétera.
Los beneficios de la institucionalización son una larga y más saludable vida. De hecho, las empresas familiares institucionalizadas tienen el doble de esperanza de vida respecto de las organizaciones con una gestión informal. No es casualidad que la mayoría de las empresas familiares que forman parte del selecto club que ha superado con éxito la tercera generación, tienen la mayoría de los antioxidantes que se mencionan en el libro editado por CETYS Universidad, en Baja California, México. Nadie quiere morir joven y antes de tiempo. Tampoco a nivel profesional. Adquiramos, por tanto, los antioxidantes, porque más vale prevenir, que curar. ¡Larga vida a la empresa familiar!