Para poner fin al silencio de los inocentes

En su inquietante ensayo El mito de Sísifo, Albert Camus nos advierte que siempre llega un tiempo en el que se debe elegir entre la contemplación y la acción. En el caso específico de lo que ocurrirá hoy en el Paraguay: o seguir tolerando a los inmorales o romper el silencio y enfrentarlos. Las elecciones nos dan la oportunidad de abandonar la mera actitud contemplativa.

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Es imperiosa la necesidad de demoler un sistema político que va contra las necesidades de la ciudadanía, para servir preferentemente a los cómplices. Los partidos dominantes son hoy brutas cápsulas electoralistas que buscan el poder para meter mano impunemente en las bolsas del Estado.

En ese menester se desarticularon instituciones, se usurparon organizaciones y hasta corporaciones de noble origen pasaron al servicio de la codicia despiadada. No hace falta volver a citar la tragedia que vive a diario la ciudadanía en salud, educación, seguridad, transporte público urbano, despilfarro de fondos estatales.

Todo esto ante la mirada impasible de tanta gente cuya impotencia se trasluce solo en una queja apagada. En una actitud contemplativa que da vía libre para que los desvergonzados redoblen su fuerza, roben más y con una impunidad normalizada.

En este domingo se plantea la disyuntiva continuidad o cambio. El cambio lo proclama hasta quien es candidato por el partido que tiene sometido al país a una degradación espantosa. Pero el cambio no lo podrán concretar ni títeres ni mesiánicos ni desquiciados. Solo lo podrá emprender un estadista.

Para el Ejecutivo necesitamos un estadista, así como necesitamos personas con mentalidad de estadista en el Congreso. Ya no es posible seguir soportando a hipócritas diospatriayfamilia que dejan sin cuórum una sesión de Diputados para proteger a un compinche corrupto, como Jorge Bogarín, a sabiendas de que la suspensión de la sesión significaría postergar la ley destinada a reponer unos 13 millones de dólares para medicamentos oncológicos. Es decir, esos que se arrogan la “defensa de la vida y la familia” condenan a muerte a tantos pacientes de cáncer que no pueden continuar aguardando las medicinas que les niegan porque los rubros pertinentes les habían sido recortados de manera inhumana con el fin de desviarlos hacia el mantenimiento del parasitismo partidario con dinero público.

Hoy se nos da la soberbia posibilidad de pasar de la contemplación a la acción. La historia nos recuerda que en varios pasajes de la vida nacional la población paraguaya ha transitado de la mansedumbre a la violencia extrema, con lo cual el país se llenó de muerte y luto. Hoy la acción requerida es el voto basado en la memoria. La memoria reciente: muertes evitables en hospitales, falta de medicamentos, escuelas sin techo, la comida de los niños desaparecida en aras de mansiones suntuosas.

Mantener esta realidad nos convertirá en una sociedad suicida. Los inocentes deben romper su silencio y emprender la acción: votar para sacarnos de encima a quienes impiden el progreso del país. Ha llegado el tiempo.

nerifarina@gmail.com

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