El número es en gran parte producto del proceso de inscripción automática que rige en el país desde el 2012, y que obliga a la Justicia Electoral a inscribir en el padrón nacional, a todo aquel que cumpla 18 años tomando como referencia la base de datos del departamento de Identificaciones de la Policía Nacional.
El contingente forma parte de un gran grupo, el de la población joven habilitada para votar en el país. Son casi 1 millón 490 mil jóvenes de entre 18 y 29 años los habilitados para sufragar el 30 de abril, prácticamente una de cada tres personas del padrón.
Un dato que también sirve para entender la elección de candidaturas jóvenes en las principales chapas enfrentadas en estas elecciones.
En total son casi 4 millones 783 mil personas las habilitadas para votar el próximo domingo.
La madre de las batallas se dará en tres zonas principales: Central, Alto Paraná y Asunción, en ese orden. Las tres zonas concentran casi la mitad del padrón nacional, siendo seguidas por Itapúa y Caaguazú.
En las últimas elecciones generales que nos sirven como referencia, las del 2018, la participación ciudadana fue de un 61,2 por ciento, con casi 2 millones 598 mil votos.
Fue una elección claramente polarizada entre dos chapas, en la que las demás ocho candidaturas testimoniales juntas no llegaron siquiera a sumar la misma cantidad de votos blancos y nulos registrados aquella vez.
En aquellas elecciones Mario Abdo fue elegido presidente con poco más de 1 millón 206 mil votos, frente a los poco más de 1 millón 110 mil que obtuvo Efraín Alegre.
Si se da un porcentaje de participación similar en esta ocasión, habría casi 400 mil votos efectivos más que hace 5 años; proyectando esa misma participación entonces podría estimarse que quien aspira a ser presidente podría alcanzarlo con 1 millón 400 mil votos.
Las estimaciones previas nos indican que quien sea electo presidente no llegaría a tener más del 50 por ciento de los votos, es decir, gobernará como la gran mayoría de los presidentes desde 1993 en adelante, habiendo obtenido el respaldo de menos de la mitad de quienes fueron a votar.
Claro que estos cálculos y estimaciones variarán si el porcentaje de participación es sensiblemente mayor.
Es sabido que a mayor participación tienen más incidentes los votos independientes reduciendo el peso de las estructuras rígidas y ya vinculadas a diferentes candidaturas.
¿Pronóstico? Creemos que será mayor a la del 2018, no solo por el recordatorio que hace convenientemente la Justicia Electoral en estos días de que el voto es un deber y obligación del ciudadano planteando incluso el cobro de una multa por no ir a votar, sino sobre todo porque con el sistema del voto preferencial absolutamente todos los miembros de una lista cerrada tienen la posibilidad de ser elegidos, planteándose una disputa interna dentro de cada lista con campañas que se híper personalizan mediante esta novedad dentro del sistema de elección para cargos colegiados.
La Concertación estima que la polarización aumenta sus posibilidades, por ello también fue muy obvia la insistencia colorada en tratar de potenciar e instalar la idea sobre otras candidaturas, en la creencia de que esto perjudicará más a los adversarios que a la chapa propia.
Los resultados del próximo domingo permitirán consolidar o descartar esa conjetura.