Es curioso cómo todos los involucrados en una cadena de acción que debe funcionar en favor de las víctimas se ponen de acuerdo para mostrar una coordinación condenable. Debería haber un protocolo eficiente, y problemas para transporte no tendría que existir en estos casos.
Finalmente, tras mucho trámite, el traslado de las víctimas se pudo realizar.
Hay un violador suelto, conviviendo tal vez en cercanía con otros niños que podrían ser víctimas, pero a nadie le suena la alarma.
La declaración de estas dos niñas es vital para encarcelarlo y someterlo a un proceso cuanto antes, pero la justicia en el Chaco desde hace rato está dormida entre nubes de algodón y la falta de empatía es brutal y contadas personas hacen algo en favor de los desprotegidos.
Solo un mínimo de los recursos de los municipios son utilizados en favor de la niñez y la adolescencia. En cualquier entidad es la dependencia que menos fondos dispone. Pareciera que porque los niños no son votantes para los políticos la inversión en el bienestar y la protección de los menores de edad resulta estéril, cuando en realidad es todo lo contrario.
En el Chaco los casos de abusos que tiene como víctimas a menores de edad aumentan en forma preocupante y ocurren en todos los sectores y estratos sociales; en el campo o en la ciudad, dentro de familias “cristianas” o ateas, en las culturas y razas.
El abuso sexual de niños es como un cáncer al que muchos prefieren ignorar, sin dimensionar lo que destruye.
Aprendamos a escuchar el pedido de socorro de los desprotegidos y ser exigentes con las autoridades encargadas de aplicar la justicia, sacudirnos ante la indiferencia puede hacer toda la diferencia en la vida de un niño, una niña o un adolescente que necesite nuestra ayuda.