¿Por qué sucede esto? Quizá porque hace falta mucha humildad para aceptar que uno necesita de un consultor externo para ver o implementar lo que es en realidad simple. Por el contrario, ante las soluciones simples, lo habitual es encontrarse con afirmaciones del tipo “esto ya lo sabía yo”, “esto ya lo hemos intentado muchas veces y no funciona”, etc., haciendo quedar mal al asesor, poco menos que inocente, ingenuo o vendedor de humo, cuando no de estúpido, memo o zoquete.
Aunque así se pueda interpretar a veces, en verdad no es menospreciar al cliente cuando proponemos una solución simple. Es cierto que la sencillez debe tener un nivel adecuado para ser considerada en serio, pero, en todo caso, el punto importante es entender que la complejidad no es sostenible en el tiempo. El ser humano, aunque vive rodeado de ella, no ha nacido para sentirse cómodo en la complejidad ni mucho menos para incentivarla, sino para admirarla y canalizarla funcionalmente de manera bella, buena, práctica, útil y sencilla. Por eso el reto es mejorar, crecer, lograr el incremento óptimo de los resultados a través de soluciones simples, de cambios fáciles, asequibles, incluso a veces evidentes, pero, convertidos en hábitos atómicos, con el poder de generar grandes y positivas transformaciones.
En un breve foro organizado por CETYS Graduate School of Business, en Baja California, el profesor Jorge Wise y mi persona compartimos algunas buenas experiencias como consultores de empresa familiar. Sin ánimo de ser exhaustivo, pero con la intención de compartir algo útil con el lector, resumo el contenido del encuentro en los siguientes puntos:
1. Las familias empresarias deben tener un plan para superar las diferencias generacionales. Este plan incluye acciones concretas que ayuden a generar confianza, entendimiento, motivación. Es clave contar con espacios de calidad para comunicar las cosas, sin caer en malas prácticas de comunicación, como es el hilo roto, las juicios despectivos o acusatorios, retroalimentaciones hechas sin empatía, etc. Cada generación tiene sus propias particularidades y es normal que ellas entren en conflicto. Estas diferencias se deben manejar bien, para que la empresa familiar salga reforzada con la unión de los valores de cada generación, no perjudicada ni deteriorada.
2. La sucesión del liderazgo es uno de los momentos más críticos para una empresa familiar. Recomendamos que este evento sea un proceso bien trabajado, donde la palabra clave es “preparación”. A mis estudiantes del MBA explico que preparar la sucesión es un proceso que se asemeja a un campo con varias parcelas donde algunas de ellas tienen minas -por lo general, ocultas- que es necesario desactivar antes de que exploten. Toca hacer una preparación mental del fundador/a, que incluye encontrar una nueva actividad ilusionante para quien abandona el cargo, y sobre todo garantizar su seguridad financiera; además, la preparación de la sucesión implica disponer a toda la familia para que tenga un compromiso sólido con el crecimiento óptimo del negocio familiar, que muchas veces significa “desfamiliarizar” la sucesión para encontrar el líder más idóneo. Por último, hay que preparar a la empresa, para garantizar que los colaboradores claves “acepten” al nuevo líder. Este reto de “aprobación” engloba también a los familiares, porque, si bien lo natural es acatar y seguir la voluntad de los padres fundadores, este principio originario y lógico no aplica con los hermanos o primos. Por todo ello, no pocas veces, preparar la sucesión tiene un reto adicional de preparar la propiedad de la empresa para que ésta no entre en conflicto con la sucesión del patrimonio afectando negativamente al éxito futuro de los negocios familiares.
3. Las empresas familiares deben contar con una estrategia que considere a la innovación como un factor estratégico. A veces se acusa a los empresarios familiares de ser demasiado conservadores y reacios a las oportunidades de innovación que se presentan. Por eso, me gusta aplicar en las empresas un test de diagnóstico que mide los determinantes internos de la innovación. Es vital que la empresa familiar conozca sus fortalezas, pero también esos frenos que le impiden innovar a un ritmo adecuado. Comparto la visión del Dr. Wise, profesor de Mercadotecnia y Negocios Internacionales de CETYS Graduate School of Business: “Las empresas familiares deben contar con una estrategia adecuada que incentive un conocimiento profundo de las necesidades del consumidor, saber lo que le preocupa, sus esperanzas, sueños, miedos, estilos de vida, hobbies, todo lo que lo hace consumir”.
Como es lógico, son muchas más de tres las buenas experiencias que hacen aumentar el valor de las familias empresarias. Con el pasar del tiempo, los órganos de gobierno ganan en importancia, por encima del talento de individuos particulares o de liderazgos carismáticos. Especialmente recomiendo la formalización de un Consejo de Familia que aborde los asuntos relevantes que afectan a los miembros de la familia, a la vez que se estudian soluciones financieras, legales, tributarias y contables con el fin de hacer crecer al patrimonio familiar en correspondencia con el crecimiento del tamaño de la familia.
* PhD en Economía y Empresa, Profesor Distinguido de CETYS Graduate School of Business