Como mecanismo para lograrlo los convencionales del PLRA aprobaron reformar el artículo N° 91 de sus estatutos para incluir la paridad, es decir, hombres y mujeres tienen igual representación.
Los únicos espacios políticos dónde la paridad en las listas no son una realidad, es en la ANR y el FG-Ñ. ¿O es acaso que las mujeres de ambos espacios políticos han cedido su lugar voluntariamente a hombres pensando que podrían ser mejores políticos que ellas? ¿O acaso podrían representar mejor los intereses populares?
En la oposición, ¿Dónde queda el machismo? Las decisiones tomadas por la alianza progresista las han ubicado justamente del lado más incoherente dentro del Frente Guasu-Ñembogeta, donde se aglutinan falsos discursos de igualdad, de mejores oportunidades, hasta incluso de un país mejor, pero no son capaces de cumplir sus propios principios. Quedamos con aquella milenaria frase: “Hagan lo que dicen pero no lo que hacen”.
Mientras el PLRA avanza, la otra “oposición” retrocede. Imagino que ante esta clara lista conformada por mayoría de hombres, los movimientos feministas, sociales y políticos podrían apostar su voto a Esperanza Martínez y así de alguna manera tener alguna voz en el Congreso Nacional.
En estas próximas elecciones del 30 de abril, el machismo se encuentra en la alianza FG-Ñ. Los procesos de cambio los hacen los hombres y las mujeres; si no hubo cambio dentro de la alianza FG-Ñ (hoy divida en dos espacios, por un lado Efraín Alegre y Soledad Núñez y por otro, el grupo apoyando a la dupla del impresentable Euclides Acevedo y Jorge Querey) es evidente que hubo ausencia de procesos que reivindiquen los derechos de las mujeres, no cediendo paso a sus compañeras, sino solo a ellos mismos. Quizás está “izquierda” sea una de las peores de la región.