La Reunión Anual del Foro Económico Mundial es una cumbre que reúne, principalmente, a hombres de negocio, empresarios, jefes de Estado, ministros, altos ejecutivos de empresas, académicos y líderes de opinión con el fin de analizar los retos de la economía global, a la vez que se promocionan la cooperación y el diálogo para encontrar consensos en cuanto a las estrategias y métodos que se deben implementar para resolver los principales problemas globales presentes en el escenario mundial. Se lleva a cabo desde 1971 y solo se dejó de hacer en una ocasión, en el 2021, que tuvo que ser suspendido por la pandemia del COVID.
¿Qué preocupa, principalmente, al Foro de Davos en estos momentos? Son varios los temas y las señales de alarma de que estamos en una etapa crítica del siglo y posiblemente de la historia: la crisis originada por la pandemia, la guerra en Ucrania y lo que hay detrás de ella, un menor crecimiento y mayor inflación, la decadencia de países claves que fueron el motor de Occidente y que hoy tienen serios problemas de productividad y natalidad, el envejecimiento de la población y los desequilibrios que generan algunos flujos migratorios, y, de manera especial, la fragmentación del mundo después de un periodo idílico de globalización.
Naciones Unidas ya había alertado de esta situación crítica a la que nos enfrentamos, un verdadero punto de inflexión en la historia, y por ello propuso en su día una estrategia la colaboración público-privada global basada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Esta hoja de ruta se ha visto dañada por la pandemia, por la crisis económica y por la fragmentación política, que hace muy difícil abordar con probabilidades de éxito los principales riesgos sistémicos. En todo caso, aunque los retos son muchos, el Foro de Davos, en la edición de este año, quiere concentrar la atención en cinco temas: las crisis energéticas y alimentarias; la alta inflación en la economía, unida a bajos niveles de productividad y crecimiento; los obstáculos que tiene el sector privado para crear industria y aprovechar la innovación tecnológica; las vulnerabilidades sociales en un nuevo contexto laboral y, por último, se analizarán también los riesgos geopolíticos en un mundo multipolar, que obliga a implementar nuevas formas de diálogo y cooperación.
Los intelectuales que asesoran al Foro de Davos han advertido que la fragmentación del mundo está relacionada con la globalización de este. En efecto, vivimos en un mundo en el que las mercancías pueden circular más fácilmente a veces que los mismos seres humanos, debido a una normativa cada vez más restrictiva, basada en el miedo al otro y en la falta de consensos respecto a las expectativas de cada una de las partes interesadas. En consecuencia, existe un problema de diálogo, de lenguaje, de cultura, que hace que sea crucial la existencia de foros como el de Davos, con el propósito de favorecer conversaciones de alto valor que forjen entendimientos y alineen visiones sobre temas globales que son cruciales para la humanidad.
Confío en que este año sea recordado por alguna idea genial que cree un mundo menos fragmentado, más seguro y sostenible. Ya en el pasado, buenas ideas y acuerdos surgieron en Davos, como The Northern American Free Trade Agreement, NAFTA. El fundador del Foro, el economista, empresario y profesor Klaus M. Schwab, está decidido a ello, ante la inquietante amenaza de una crisis energética global provocada, de consecuencias mucho más catastróficas que las de la pandemia. ¿Qué pasaría en el mundo si hubiera un apagón global fruto de un ciberataque?