El 23 de octubre

El 23 de octubre de 1931 los jardines del Palacio de Gobierno se tiñeron con la sangre de nueve estudiantes fallecidos y muchos heridos. Fue la respuesta a los reclamos por la desidia gubernamental ante la presencia de tropas bolivianas en suelo chaqueño.

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Las protestas ya se habían iniciado en la víspera con el apedreamiento de la casa donde vivía el presidente de la República, el liberal José P. Guggiari.

Es de imaginarse la conmoción que sacudió al país. Desde hacía semanas la oposición –encabezada por el Partido Colorado- venía haciendo ruido en torno a la supuesta inacción del gobierno. Inquietaba a la población la posibilidad inmediata de que nuestro país perdiese el Chaco por culpa de “un gobierno entreguista”.

Se le reprochó a Guggiari no haber declarado el estado de sitio ante la violencia que venía tomando fuerzas. Afrontó un juicio político del que salió sin culpas, pero cargó hasta su muerte la masacre de los estudiantes. Cuando la “primavera democrática” de 1946 le permitió regresar al Paraguay de la Argentina, donde se había exiliado, tuvo un recibimiento que no era primaveral ni democrático. Los mismos sectores estudiantiles y políticos colorados del 23 de octubre de 1931 organizaron la “bienvenida” con garrotes y piedras.

Fue un hecho trágico lo acontecido en los jardines del Palacio de Gobierno como trágica fue la causa. Los estudiantes creyeron de buena fe la mala fe de los políticos de la oposición que les hicieron creer que el gobierno estaba entregando nuestro Chaco a Bolivia; que por este motivo no se veía ninguna reacción. No fue así. Sucedió que el gobierno de Guggiari estaba obligado a mantener en secreto los preparativos bélicos. No iba a publicarlos. No iba a poner en conocimiento del enemigo los trámites para enfrentarlo.

La revolución de 1922/23 –otra desgraciada intervención contra su país de Eduardo Schaerer- dejó al Ejército y la Marina en la postración y vacía la finanza pública. Milagrosamente para el Paraguay surgió la figura irrepetible del doctor Eligio Ayala. Como ministro de Hacienda de 1920 a 1923; presidente provisorio de la República en 1923-24; el poder pleno en 1924-1928, sirvieron para pensar en la defensa y dedicarle todos sus afanes a ese fin. Percibió que la guerra era inevitable, y cuando llegase –en las condiciones entonces actuales- sería en las peores condiciones para el país. En el mayor secreto, Eligio Ayala se puso a comprar armas de Europa, muy a pesar suyo, porque el dinero quería invertirlo en su totalidad a levantar el país de su postración.

Gracias al talento y la previsión del doctor Ayala, el Paraguay se fue a la guerra sin tantas angustias. Y gracias, también, al secreto que se pudo guardar en torno al armamentismo. Es ese mismo secreto que el gobierno de Guggiari mantenía mientras se continuaba equipando al Ejército. Un secreto que los políticos ambiciosos aprovecharon para usar el patriotismo de los jóvenes.

A finales del siglo XIX ya se manejaba la posibilidad de un enfrentamiento por la posesión del Chaco. A pedido del gobierno, el doctor Blas Garay viajó a España, al Archivo de Indias, en Sevilla, para estudiar y recopilar los documentos acerca de nuestros límites con Bolivia. Tales documentos fueron de fundamental importancia a la hora de hacer valer nuestros derechos en la mesa negociadora.

Como se ve, nunca el Paraguay descuidó su pertenencia del Chaco. La estrategia de guardar el secreto en los gobiernos de Eligio Ayala y José P. Guggiari, era el aconsejable en aquellos momentos para llegar al feliz resultado que se obtuvo, aunque llevándose la vida de miles de ciudadanos. Entre estos, debemos incluir la de los nueve estudiantes, manejados por políticos inescrupulosos.

Esta clase de políticos los hemos tenido siempre y siempre con gran daño para el país. Como hoy.

alcibiades@abc.com.py

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