Tal es el caso de la periódica inundación de un sector del barrio San Rafael de Ciudad del Este, una urbanización rodeada por el arroyo Acaraymí y por los ríos Paraná y Acaray.
El jueves pasado, unas 100 familias abandonaron sus casas ante la crecida del arroyo Acaraymí y del río Paraná. La inundación se originó a raíz del vertimiento de agua en varias represas en la región sur de Brasil, que agrandó seis veces el caudal del río Iguazú, que desemboca al Paraná.
La mayoría de familias damnificadas se instalaron en albergues provisorios y otras se refugiaron en casa de familiares y amigos, a la espera del descenso del nivel de los cauces hídricos para retornar a sus hogares. Este mismo círculo se repite de forma periódica, sin visos de una solución definitiva.
En la década del 80, las primeras familias que habían ocupado el accidentado terreno del barrio San Rafael fueron reubicadas en el barrio 23 de Octubre, luego de una inundación.
Sin embargo, algunos beneficiarios después vendieron su inmueble y regresaron al barrio ribereño y nuevos ocupantes se instalaron en el sector, porque prefieren quedar a metros del microcentro de Ciudad del Este.
Según datos manejados por técnicos de la Itaipú, al menos 500 familias están asentadas en el cauce de los ríos y arroyo que deben ser reubicadas. Alrededor del 80% dijeron que aceptarían ser trasladados a otro sitio y el resto -que tiene casa de dos pisos, negocios, etc.- pide una indemnización.
No obstante, ningún proyecto de reubicación prospera y las intervenciones de las oficinas públicas se limitan en asistencia en refugios a los damnificados.
Los pobladores afectados por la inundación regresarían completamente en estos días a sus hogares, de acuerdo a las previsiones técnicas de la Itaipú sobre el nivel de los cauces hídricos. De esta forma se cerraría un capítulo más de esta problemática y a la espera indeseada de otra inundación.