1. No es educación integral, violando los artículos 73 de la Constitución Nacional y primero de la Ley General de Educación (LGE), porque aunque el texto del Plan Nacional de Transformación Educativa (PNTE) cita la educación integral, la verdad es que no hay ningún plan ni programa para realizar la educación de la dimensión espiritual, componente esencial integrante de toda persona. La “dimensión espiritual”, es precisamente la dimensión específica del ser humano, que nos diferencia de los demás mamíferos, que tienen las otras tres dimensiones en común con nosotros: la dimensión biológica corporal, la psicológica y la social, claro está con niveles de calidad inferiores a las nuestras.
Al ignorar esta dimensión esencial del ser humano y prescindir y eliminarla, la educación que propone el MEC, propiamente no es educación humana.
2. No es educación paraguaya. El cuento de que seiscientos mil paraguayos fueron consultados, no se lo cree nadie. Sabemos que los foros han estado manipulados para simular que la gente dijo lo que no piensa. La prueba de la manipulación es doble: el texto del PNTE no recoge a lo que la gente quiere, por eso, a medida que conocen el contenido real del PNTE, la gente se indigna y lo rechaza.
Sabemos que este Plan viene impuesto y sobornado con mucho dinero de organismos internacionales vinculados a la ONU y Europa. Basta con leer el Anexo I de la Ley 6659 y la Agenda 2030 de la ONU para comprender que esto viene impuesto contra nuestras culturas, nuestros principios y valores y nuestra soberanía.
3. No es científica ni tiene fundamentación científica. Todo proyecto educativo nacional tiene que justificarse con fundamento, al menos, en las ciencias auxiliares básicas de la educación: la antropología para definir el tipo de mujer y varón que pretendemos formar; sociología, para definir el modelo de sociedad que formarán los estudiantes cuando egresen al terminar el proceso educativo; psicología para concretar en qué corriente psicológica se va a procesar la formación de la estructura psicológica de los educandos, desde su conciencia y ámbito cognitivo, el ámbito afectivo y el operativo hasta su psicología dinámica; y la filosofía para justificar la educación elegida, su naturaleza, por qué y para qué. Nada de esto hay en el PNTE y menos aún una aproximación a la pedagogía científica de vanguardia.
4. No apunta al futuro, sino al pasado. La educación es obviamente capacitación de los niños, adolescentes y jóvenes para el futuro, teniendo en cuenta la aceleración constante de los cambios consecuentemente hay que proponer metas y modelos que respondan a las previsibles exigencias que los actuales educandos tendrán entonces. El PNTE, en cambio, propone como modelo a Paulo Freire, eminente pedagogo marxista, de los años 60-70 del siglo pasado.
5. No transforma “la educación nacional” sino una parte limitada de ella: la educación escolar. Abandona la necesaria reforma de universidades, institutos superiores e institutos técnicos superiores; viola el artículo 115 (inciso 13) de la Constitución y el 79 de la LGE ignorando la educación campesina y rural; viola los artículos 73 y 113 de la Constitución y el 18 de sus normas finales, eliminando la educación para la cooperación y sobre la Constitución Nacional.
6. No es educación constitucional ni legal al violar los artículos citados y otros más (74,75, 76, 28, 49 a 54…) y por lo menos 33 de tres leyes , la LGE, Ley Orgánica del MEC y Ley Código de Niñez y Adolescencia. Especialmente significativa la violación de los artículos 92 al 102 de la LGE y 22 al 25 de Ley Orgánica del MEC para congelar e inutilizar al Consejo Nacional de Educación y Ciencias (CONEC).
El PNTE no se interesa por la educación, porque al final se centra en el aprendizaje, no en la educación y al principio no hizo diagnóstico de la educación, sino del nivel de aprendizaje de los estudiantes de 15 años, examinados por PISA en el 2017.
No se puede obedecer y menos aún imponer por Resolución del MEC, un PNTE, que viola la Constitución y las leyes y además no educa.