La normativa plantea como castigo a los ciudadanos que no participen de las elecciones una multa de medio jornal diario, unos G. 49.044,5 a la fecha de hoy.
Si bien la cifra pareciera ser simbólica, el castigo por no pagar la misma es mucho más grave, lo que se denomina “muerte civil”, ya que imposibilitaría a los votantes multados realizar una serie de trámites básicos, tales como: Suspensión de trámites ante la SET, expedición de pasaportes y antecedentes policiales, trámites ante la Dirección de Registros Públicos, Catastro, Registro del Automotor, trámites en las Municipalidades y Gobernaciones, y la imposibilidad de cobrar cualquier subsidio.
Es cierto que la Constitución Nacional establece en el artículo 118 que “El sufragio es un derecho, deber y función pública del elector”. Así como también dicta que “Constituye la base del régimen democrático y representativo. Se funda en el voto universal, libre, directo, igual y secreto...”. Sin embargo, estos castigos colisionan con el ideal y las garantías de las libertades individuales, considerando que ninguna persona puede ser coercionada para ejercer un derecho, mucho menos negándole la posibilidad de decidir por sí misma si quiere ir o no a votar.
La apatía electoral se da por una serie de situaciones, entre ellas la falta de ofertas electorales que atraigan a los electores a las urnas.
Podríamos tomar como ejemplo las últimas elecciones municipales en Asunción, donde dentro de la oposición, el candidato liberal perdió ante la apatía del electorado debido a que no representaba una opción para una importante cantidad de jóvenes votantes. Eso, sumado a la falta de una narrativa que marque una diferencia con el poder político de turno, es el caldo de cultivo perfecto para la desmotivación de cualquier nuevo elector.
Además, otorgar herramientas de “castigo” al Estado, a fin de que este condicione las libertades civiles, es característico del totalitarismo, el cual no permite la disidencia con el sistema electoral, o la simple expresión de la apatía hacia la falta de representación en las agrupaciones, movimientos y partidos políticos que se presentan.
Es sano que se busquen mecanismos a fin de incentivar la participación.