La nueva encuesta de Emociones Globales de Gallup de 2022 muestra que la infelicidad - o sea la combinación de sentimientos de estrés, tristeza, ira, preocupación y dolor físico - está en su punto más alto desde que la compañía comenzó a realizar esta encuesta en 2006.
Pero lo más interesante de esta encuesta es que el aumento del descontento global no puede ser atribuido a la pandemia de COVID-19, ni a la inflación, ni a la invasión rusa de Ucrania, ni al intento de golpe de estado del expresidente Donald Trump, ni a otros eventos que sacudieron al mundo recientemente.
El aumento global de la infelicidad comenzó en 2011, mucho antes de la pandemia, y ha ido en aumento constante desde entonces, según Gallup.
ESTAMOS TRISTE
Este año, el 33 por ciento de las personas respondió que “sí” cuando se les preguntó si sentían ira, estrés, tristeza, preocupación o dolor físico ayer, comparada con el 24 por ciento en 2011, dice la nueva encuesta. El estudio incluyó a 127.000 personas en 122 países.
El CEO de Gallup, Jon Clifton, sugiere que no es coincidencia que estemos viendo cada vez más conflictos civiles en todo el mundo.
Según el Índice de Paz Global 2021 del Instituto para la Economía y la Paz, hubo un aumento global del 244 % en disturbios, huelgas generales y manifestaciones antigubernamentales entre 2011 y 2019, y no hay señales de que esta tendencia esté disminuyendo.
¿Qué está pasando? Clifton especula que es una combinación de un aumento de la pobreza creciente, la soledad, las comunidades en decadencia y la escasez de trabajo. Esos son ciertamente factores que ayudan a explicar la tendencia, pero hay mucho más que eso.
Si bien la pobreza ha aumentado desde la crisis financiera de 2008, la mayoría de nosotros vivimos más tiempo, más cómodamente y sufrimos menos que nuestros antepasados. Imagínense lo que habrá sido ir al dentista hace doscientos años, cuando no había anestesia.
No me sorprendería si el aumento del descontento mundial también tenga algo que ver con la erosión de los valores y del propósito de vida de la gente, tras el declive de las religiones y las ideologías en muchos países. Las religiones se han quedado encajonadas en los rituales, a expensas de promover valores que le den un sentido a la vida de la gente.
TRABAJOS BUENOS Y MALOS
Carol Graham, investigadora sénior de la Brookings Institution y autora de varios libros sobre la felicidad, me dijo que gran parte del malestar mundial actual está relacionado con la creciente disparidad entre los trabajos buenos y malos.
“Para muchos jóvenes sin estudios universitarios, su futuro laboral y, por lo tanto, de sus vidas, se ve muy incierto”, me dijo Graham.
Y las redes sociales empeoran las cosas porque pintan una imagen falsamente positiva de la vida de los jóvenes, agregó.
“Los adolescentes publican fotos en Instagram cuando se divierten. No publican fotos de ellos cuando están estudiando para un examen de física”, dijo Graham. Y, al ver esas imágenes alegres, los jóvenes que están preocupados por su futuro a menudo sienten disminuidos, agregó.
En una Conferencia de la Universidad de Oxford sobre la felicidad realizada el 6 de julio, algunos de los principales expertos del mundo fundaron el Movimiento Mundial del Bienestar. Ellos esperan que, con la ayuda de gobiernos, grupos cívicos y empresas privadas, podamos “reevaluar el objetivo de nuestra sociedad” y “poner el bienestar primero”.
Los ingresos por sí solos no son suficientes, dijeron en un manifiesto. Los países deben medir la satisfacción de vida y focalizar políticas públicas en los bolsones de descontento, afirma el documento. El Reino Unido, Nueva Zelanda y otros países ya exigen a sus ministros de finanzas que condicionen cada gasto público que autorizan a que cumpla con varios criterios de contribución al bienestar.
Me parecen una ideas excelentes. El primer objetivo de cualquier país debe seguir siendo aumentar el crecimiento económico para reducir la pobreza, pero también hacen falta objetivos adicionales relacionados con la felicidad para mejorar el mundo. De lo contrario, tendremos un nuevo récord de infelicidad, y más conflictos, el año que viene.