Con un pomposo nombre, una importante fuente de recaudación de dinero pero hundido en un miserable silencio y un exitoso fracaso brilla por su ausencia la SUPERINTENDENCIA DE SALUD, hoy día, a cargo del médico Ignacio Mendoza Unzaín, decano de una facultad de medicina clausurada por el CONES por dar títulos falsos.
¿Estamos todos locos? En realidad están impunes, demasiado impunes.
Según las letras que la regulan, la Superintendencia de Salud tiene una función inapelable, que no deja espacio para la confusión; tampoco deja espacio para confirmar en el día a día que bajo ningún sentido están cumpliendo la sagrada misión de ser los contralores y velar por la atención médica que recibimos los paraguayos.
Según su misión y objetivo: “Es el Organismo Técnico Contralor del Sistema Nacional de Salud, responsable de velar por el cumplimiento de las normas sanitarias establecidas por la Institución Rectora en Salud, el control y acreditación de las Entidades Prestadoras de Servicios de Salud públicas, privadas y mixtas, y de las Empresas de Medicina Pre-paga de todo el país; a fin de precautelar la calidad de los servicios ofrecidos a los usuarios del Sistema”.
Revisando solamente el párrafo anterior se vislumbra que NO EXISTEN en la vida ciudadana. Sabríamos nada de ellos si es que no nos costaran plata (se financian por algunas fuentes institucionales pero más que nada con los aportes de centros privados y seguros médicos). Que no son técnicos, ni mucho menos contralores. Que no están velando por el cumplimiento de normas sanitarias, ni controlan, ni están acreditando a quienes prestan servicios de salud pública, privada, mixta o seguros médicos en todo el país.
CONTRALORES DEL SISTEMA NACIONAL DE SALUD. ¡JA! No hay derecho a tamaño insulto y orfandad, basta de insultar a la población con las personas equivocadas en los lugares neurálgicos. El Ministerio de Salud tiene la OBLIGACIÓN URGENTE de rectificar rumbos, poner a los mejores en ese lugar y obligarlos a trabajar. Están jugando con la vida, y hasta con la muerte, de los ciudadanos y ni se despeinan de la vergüenza.