Enfoque de derechos, aberración pedagógica

El “enfoque de derechos, con su atractiva expresión, es una nueva estrategia y paradigma, aplicado al desarrollo humano. Significa que el desarrollo de toda persona debe enfocarse teniendo en cuenta los derechos humanos, en vez de hacerlo, como se venía haciendo, teniendo en cuenta solamente “las necesidades” de cada persona.

audima

Es un enfoque innovador, verdaderamente importante, que empezó a proponerse a finales del siglo pasado.

Planteado así, la clave para entenderlo y ponernos de acuerdo está en concretar cuáles son los derechos humanos “fundamentales y universales” y cuáles son los derechos humanos “específicos”, o sea, los propios de las personas, según su sexo, edad, estado de salud, etc. Es obvio que la madre embarazada tiene derechos específicos, que yo no tengo e igualmente un niño tiene derechos que no tenemos los adultos.

La Convención Internacional sobre Derechos del Niño, celebrada en 1989, como analiza nuestra compatriota Valeria Insfrán, en un reciente documentado y excelente artículo, reconoció a los niños los mismos derechos que tenemos los adultos, como agentes sociales, económicos, político, civiles y culturales.

Con todo el respeto que merece la Convención, me atrevo a decir que pedagógica y psicológicamente, darle a los niños los mismos derechos que a los adultos, en concreto, como dice Mary Beloff “sentarlos a la mesa de la ciudadanía” (citada por Valeria Insfrán) es una aberración, ¿Por qué?

Porque los derechos son correlativos a las responsabilidades. Reconocer o dar un derecho es asignarle una responsabilidad y exigirle la obligación correspondiente. El lector me dirá si un niño de un día a doce años de edad tiene capacidad, posibilidad de asumir responsabilidades políticas, económicas, sociales, civiles y culturales.

La persona es responsable cuando sus decisiones y actos los realiza libremente, conoce de qué se trata, qué es lo que decide y hace y conoce sus consecuencias y las asume.

¿Puede un niño conocer el complejo mundo de la política, la economía, la sociología, la vida cívica y la cultura, para tomar decisiones y actuar en esos campos de las sociedades actuales?

Para tomar decisiones y actuar responsablemente hay que reflexionar y razonar, sobre razones válidas y razones insuficientes, sobre ventajas e inconvenientes o desventajas de una opción y otra, sobre los motivos y los efectos, sobre el beneficio propio y el de los demás, etc. ¿Puede hacerlo un niño, que no sabe leer o aprendió hace poco y que no tiene experiencia alguna de economía, política, cultura, sociología?

El cerebro, como todo en el ser humano, no nace maduro, pero con suficiente nutrición y salud, se desarrolla continuamente y en consecuencia sus neuronas y el cortex no nacen hábiles para razonar. Es oportuno recordar la teoría del desarrollo cognitivo en los niños del famoso Jean Piaget. Distingue cuatro etapas en dicho desarrollo: la primera etapa Sensorio-Motora, desde el nacimiento hasta dos años; la segunda etapa Preoperacional, de dos a siete años; la tercera. Etapa de las Operaciones concretas, de siete a once años; y la cuarta de las Operaciones formales, aproximadamente de once a 20 años, en la que incorpora el pensamiento hipotético-deductivo.

Esto significa que las posibilidades neurológicas para empezar a razonar se inician elementalmente a los once años. Para pensar y más para razonar, nuestra inteligencia usa como herramienta las palabras y en la medida que manejas palabras, que tu vocabulario es nutrido, puedes pensar razonablemente. ¿Cuál y cuánto es el vocabulario económico, político, sociológico, cívico y cultural de los niños y adolescentes? ¿Qué pueden pensar y razonar de esos temas? ¿Pueden tomar responsablemente decisiones sobre cuestiones políticas o económicas y sociológicas o culturales?

Cada derecho lleva consigo su correspondiente carga de obligaciones, por ejemplo mi derecho de libertad conlleva el respeto a la libertad de los demás y la responsabilidad de no usarla para robar lo ajeno, matar a otros, sino es en legítima defesa, etc. Si los niños tienen los mismos derechos de ciudadanía que los ciudadanos adultos, también tendrán las mismas responsabilidades y obligaciones. ¿Pueden los niños asumirlas?

El enfoque de derechos aplicado así a los niños y adolescentes es tan absurdo y aberrante como cargar sus espaldas con cien kilos en la mochila.

Tan aberrante que resulta sospechoso. ¿Qué objetivo hay detrás de esta aberración?

jmonterotirado@gmail.com

Lo
más leído
del día