Hoy el Ministerio de Educación promueve un Plan Nacional de Transformación Educativa, pero es difícil que su desarrollo tenga la atención debida de las autoridades, en medio de un proselitismo que no acaba nunca y que ahora entra en una etapa de plenitud sofocante.
El cambio permanente de ministro es también una señal inequívoca de que la Educación no es el gran tema nacional. Peor aún: es la cenicienta de las políticas estatales, pues no otorga réditos electorales inmediatos para los políticos que manejan la situación.
Por otra parte, la ignorancia colectiva en la población paraguaya, sustentada en esta terrorífica cifra de 80 analfabetos funcionales por cada 100 estudiantes, es el más tenebroso peligro para la democracia, para la institucionalidad sustentable. Al ignorante solo le interesa “permanecer y transcurrir”, como diría la gran Eladia Blázquez: sobrevivir en el hostil escenario de las miserias, sin miras elevadas ni, mucho menos, apetencias de integridad humana.
Los de entendimiento limitado, damnificados de una educación desfallecida, son los que votan a los corruptos, a los narcos, a lavadores cuyo dinero por más lavado al que se lo someta permanecerá sucio. Los votos de aquellos son los que anulan la eficacia del voto pensante. Si los analfabetos y los ignorantes son más en el conjunto votante, muy difícilmente los más votados lleguen a ser los candidatos mejores.
En el fondo, aquellos votantes no son culpables de su condición. Como tampoco son culpables los jóvenes que aun incluidos en el sistema educativo no pueden superar el estado de analfabetos funcionales. Ellos son víctimas de un régimen que ganó en perversidad en las últimas décadas.
El director del Instituto de Desarrollo, organismo que actúa como consultor del MEC en el plan de Transformación, sostuvo que “Hay que pensar en forma proactiva cómo mejorar la educación, escuchando todas las voces”, y exclamó con patetismo: “nuestros hijos no están aprendiendo a leer y a escribir”.
Dado que uno de los problemas sustantivos de nuestra educación es la falta de aprendizaje en lectura y escritura, llama la atención la ausencia, en el equipo que busca transformar el método educacional, de miembros de los gremios intelectuales: la Academia de la Lengua Española, la de Guaraní, la Sociedad de Escritores, el PEN Club, las Escritoras Asociadas.
Tampoco he escuchado que se implementara un Plan de Lectura. Algo sencillamente básico. Si queremos rescatar a nuestros niños y jóvenes del analfabetismo debemos hacer que lean. Leer abre la mente y activa la construcción de ciudadanía. ¿Acaso es este el temor?