FALLA. A los parlamentarios les toma menos tiempo organizar una excursión karapé –de todos los colores- con viáticos pagos que integrar una comisión bicameral para analizar el crimen organizado y el lavado de dinero, dos úlceras que están llagando el país entero. Aunque es altamente probable que nada pase con la susodicha comisión -como nada pasó con los resultados de la Bicameral que estudió el caso Messer- estremece ver que tienen poder hasta para paralizar los intentos de HABLAR de los crímenes. Ya ni se piense en hacer algo contra ellos.
FALLA. Mientras el crimen confirma lo altamente organizado que está –tanto como para asesinar a un fiscal paraguayo en el extranjero- el Estado nos demuestra lo desorganizado que está como para combatirlo. No logramos ni que Interpol nos responda si es que cayó o no detenido en los Emiratos Arabes el paraguayo Diego Benítez, sospechado de narcotráfico.
FALLA. En Brasil quedó confirmada en segunda instancia la condena a Darío Messer, le esperan 13 años de cárcel. En Paraguay, este mes cumplimos CINCO años del día en que el ex titular de Seprelad, Oscar Boidanich, ya tuvo en sus manos un informe contra el brasileño, “hermano del alma” de Horacio Cartes, quien entonces era su jefe directo y presidente de la República. Del por qué Boidanich no entregó enseguida su informe sobre Messer nos enteramos después: tras dejar el cargo, Boidanich habría recibido un total de 1.017 millones de guaraníes del grupo Cartes. En el caso Messer, también la Fiscalía sigue paralizada igual que la justicia que está salvando al Banco Nacional de Fomento (BNF) que permitió el lavado de dinero.
FALLA. Un avión venezolano fue detenido… pero en la Argentina. Anteriormente, el mismo avión y con 18 tripulantes venezolanos e iraníes aterrizó en Paraguay, permaneció cuatro días, se hospedaron alegremente en un importante hotel de Ciudad del Este, y cual souvenir, de ida llevaron cargamento de cigarrillos de Cartes hacia Aruba.
Son solo cuatro de una descomunal falla multiorgánica que está teniendo Paraguay. ¿Vamos a esperar algún milagro sobrenatural que pueda rescatarnos de la terapia intensiva? ¿O vamos a hacer definitivamente algo?